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A. KRYVELEV Y G. BUENO 283 Por lo que al concepto de religión se refiere, parte de la definición engelsiana. La religión «no es más que el reflejo fantástico, en las cabe­ zas de los hombres, de los poderes externos que dominan su existencia cotidiana: un reflejo en el cual las fuerzas terrenas cobran forma de supraterrenas» (p. 10). Manteniéndose en esta misma línea engelsiana, niega el carácter «histórico» independiente del hecho religioso. La religión «no tiene historia... Las creencias religiosas cambian prncipalmente porque cam­ bia aquella vida real de los hombres cuyo reflejo fantástico son estas creencias... Es la situación en la tierra la que determina en último término el carácter de las representaciones» (p. 10). El papel que desempeñan las grandes personalidades religiosas en el proceso de la historia de las religiones viene, de este modo, expli­ cado por su entorno socioeconómico que las determina. La importancia de aquéllas, en sí misma consideradas, es muy relativa (p. 14). Todo cuanto se relaciona con la religión es explicado desde la conciencia social del hombre, admitiendo como principio innegable el origen social del fenómeno religioso, con todo lo que esta afirmación lleva en la interpretación marxista-leninista. Una vez diseñados estos puntos fundamentales en torno a la religión, Kryvelev se aplica a hacer análisis de la cuestión sobre el origen de las religiones primitivas. Una vez más, mantiene su fidelidad a Engels. La inevitabilidad de la religión en los pueblos primitivos, que surge por un doble motivo: impotencia del hombre ante la naturaleza y la base económica de sus sistemas sociales (p. 19). El temor, la depre­ sión — incluso la alegría ante ciertos éxitos— , frente a la naturaleza sirven de motivación última de la religión: el hombre, ante estas situaciones, se proyecta en búsqueda de salvación. «La inevitabilidad radicada en las condiciones duras de la vida del hombre, en la tensión neuroemocional constante producida por estas condiciones y que traumatizaba la actividad intelectual racional y en el esfuerzo por proporcionarse esperanza y consuelo. La posibilidad de la aparición de las ilusiones religiosas y de las cultos relacionados con ellas surgió cuando la conciencia humana alcanzó tal nivel de desarrollo en el que la imaginación estaba ya en condiciones de crear las cons­ trucciones religioso-fantásticas» (p. 27). La producción de las ideas y representaciones de la conciencia, y, en consecuencia de la religión, la conciencia religiosa, se halla entre­ lazada con la actividad material. La religión no aparece, así, como cos- movisión compleja y abstracta, como se afirma en las tendencias «idea-

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