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308 D. CASTILLO 8.a Bueno manifiesta tener una erudición amplia y probada: huma­ nista, etnológica, filosófica, teológica, etc. No obstante, existen peque­ ños lapsus teológicos, como el de atribuir precedentes teológicos (por ejemplo a algunos franciscanos) que tendían a atribuir las religiones a los animales (p. 205). Nos hubiera gustado ver la prueba de estos autores en alguna nota precisa. Igualmente, la alusión que hace en p. 170 a Celso y la siguiente aclaración «pasa aquí (refiriéndose a los cristianos)...» no tiene en cuenta la frase inmediatamente posterior de Celso: «Los cristianos se ríen de todo esto» (Ibid.). Debería corregir­ se, también, la cita. No responde a los Padres Apostólicos, sino a los Padres Apologistas griegos (siglo II). Ruiz Bueno tiene, además, otra en la BAC, titulada Padres Apostólicos. Pero el texto citado no se encuentra en ésta, sino en la anterior. 9.a Por último, aludíamos antes a la originalidad de su teoría zoo- mórfica de la religión. Debemos precisar que, como él mismo reconoce, «esta tesis, en la práctica (es decir: aunque no se la formula en la figura lógica propiamente taxonómica que hemos creído darle), es uti­ lizada por muchos zoólogos y antropólogos (Carveth Read, S. L. Was- huru, A. Korthaud, D. Morris, etc...)» (p. 186). De éstos y otros auto­ res, como L. H. Morgan, M. Harris, G. Chílde, etc., recoge datos y los estructura ordenadamente en vistas a la elaboración de su teoría... De todos modos, felicitamos a Gustavo Bueno por el gran coraje y esfuerzo que ha supuesto el presentar un modelo de lo que, a su parecer, debería ser una filosofía materialista de la religión. Esperamos que su Ensayo contribuya a acercarnos más científicamente al fenómeno religioso y a clarificar algo el tema tan complejo del origen de la reli­ gión, cuestión que tuvo tanto interés, sobre todo, en el surgir de las Ciencias de la religión de mediados del siglo XIX. D io n isio C a s t il l o Universidad Pontificia Salamanca

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