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306 D. CASTILLO taliza en su teoría zoomórfica como núcleo de la religión; con su correspondiente concepción zoogenética. Precisamente en esta cuestión es donde encontramos la constata­ ción de su interpretación materialista dialéctica de la historia en su forma más destacada. Bueno somete al fenómeno religioso a un análi­ sis darwiniano, encerrándolo en su sistema dialéctico que no compar­ timos. No solamente trata de reducir a un esquema materialista dia­ léctico el origen animal de lo divino primitivo, sino que, incluso el Dios de las llamadas religiones superiores, queda sometido a esta evo­ lución rígida, paralela a la evolución histórica del hombre. La dialéctica que nos ofrece Bueno en la evolución religiosa de la humanidad nos parece demasiado simplista y reduccionista. Partiendo de la divinización de las formas animales (etapa mítica), hasta culmi­ nar en el período del monoteísmo, en el que se supera la negación introducida en la segunda etapa, preanunciando el ateísmo, o vuelta a los períodos secundario o primario. La evolución cultural del hom­ bre, particularmente en su aspecto religioso, no siempre se ha efectua­ do de forma uniforme ni de modo ascendente, como señala nuestro autor. Este principio, acuñado en el Iluminismo racionalista, se con­ sidera hoy suficientemente superado. Por lo demás, a esta teoría le pondríamos algunos serios reparos. En primer lugar, nos parece que Bueno introduce un reduccionismo exagerado en lo que constituye un tema central de la Fenomenología histórica de las religiones: las fuentes originantes de toda experiencia religiosa. Creemos que el problema es mucho más complejo, y que no nos permite reducirlo de modo tan simplista a su teoría: los animales «fuente de toda religiosidad ulterior» (p. 170). Es un tema propio de las manifestaciones objetivas de lo sagrado, que no se deja reducir tan simple y alegremente: sería dejar de lado otras muchas formas, y tan ricas como las zoomórficas, de donde ha emergido el hecho religioso. Ciertamente, no podemos menos de reconocer la importancia de los contenidos zoomórficos en todas las religiones. Consideramos que este es el gran valor de la obra de Bueno: haber despertado de nuevo, y con más virulencia, el interés por esta cuestión tan compleja. Cree­ mos que, desde esta perspectiva, el autor aporta datos interesantes y relevantes para el estudio y clarificación de esta cuestión abierta, aun­ que, a veces, uno se pierda en medio de tantos detalles y apreciaciones, un tanto subjetivas.

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