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8 4 Pero como los díscolos con sus calumnias sin número y sus malas artes para en­ gañar a altos personajes, con daño de la Orden y sus Superiores, han sido la causa u ocasión de que algunos pocos Prelados se hayan manifestado unos menos afectos a los Superiores de la Orden y otros en cierto modo héchose eco de los díscolos, creo deber mío informar reservadamente a V. E. I. sobre este punto. El Excmo. e limo. Sr. Obispo de Cádiz sin pedir la más mínima explicación o no­ ticia a los Superiores de la Orden, con increíble facilidad se ha hecho acérrimo defen­ sor de los díscolos, dispensándoles no sólo bondadosa acogida (lo cual hubiera sido acto de caridad) sino exagerada protección, alojándolos por varios días en su palacio, obrando y escribiendo en su favor y honor; y según me asegura el Superior de Sevilla, visitándoles de incógnito sin insignia alguna episcopal en su convento poco antes de que saliesen de la Orden para tratar con ellos de sus reprobables hechos y proyectos. Este venerable Prelado era antes tan entusiasta amigo y decidido panegirista de mi hermano el Provincial de Castilla que rayaba en exceso; pero como mi hermano no pudo complacerle en todas sus pretensiones sobre gobierno de la Orden cuando era Obispo de Santander, desde entonces el entusiasmo se convirtió en aversión y deses­ tima. El Excmo. e limo. Sr. Obispo de Barcelona, si bien no protege positivamente a la Orden, tampoco la hostiliza. Pero como por sus muchas ocupaciones y su delicada sa­ lud p o co sabe de los regulares fuera de lo que algunos mal contentos o adversarios nuestros le cuenten, parece olvidar todo lo bueno que hacemos para no recordar sino nuestros defectos reales o falsos y las historias calumniosas que le refieren. Una de las mayores calumnias fue que el año 1885 los Capuchinos de su Diócesis se negaron a asistir a los coléricos. Cuán falsa sea tal afirmación lo prueba lo siguiente: en 1885 en la Diócesis de Barcelona sólo teníamos una pequeña residencia con dos o tres PP., quienes entonces como hoy trabajaban tanto en el sagrado ministerio que en la pe­ queñísima iglesia aneja a dicha residencia, hay todos los años veinte mil comuniones; a dicha residencia acuden muchos y distinguidos sacerdotes para confesarse. Puestas, pues, las cosas en su verdadero aspecto data non concessa la verdad de la de la acusa­ ción, no podía el Sr. Obispo afear la negligencia de dos o tres capuchinos como negli­ gencia de la orden en su Diócesis. Lo que sucedió en el cólera de 1885 fue que un pá­ rroco de Barcelona tuvo la extraña pretensión que los PP. de la residencia de aquellas Capital se pusieran a sus órdenes para asistir a los coléricos, a lo cual nuestros religio­ sos respondieron que irían a todos los enfermos para quienes les llamasen, pero siendo tan pocos y tan grande su trabajo en la iglesia de la residencia, no podían abandonar sus deberes para complacer a un cura que contaba con un cabildo de sa­ cerdotes más que suficiente , sin contar los coadjutores, Por lo demás, basta leer los periódicos de aquella época para saber los prodigios de caridad que hicieron los ca­ puchinos en España mereciendo los más altos elogios de todas las autoridades. Me permito en confirmación de lo dicho copiar algo de lo que se lee en los Anaiecta Ordinis Min. Cap. de Roma, tomo I, pág. 376-378: "Quoniam in Hispania............... peccata fuge". De todo lo cual se deduce cuán lejos están los Capuchinos de merecer las censuras del Sr. Obispo. El mismo apreciable Prelado de Barcelona, apoyándose sin duda en apreciacio­ nes de un religioso anciano, conoc ido de todos incluso del mismo Sr. Obispo como hombre destituido de toda madurez, notoriamente falto de sentido común y tan in­ considerado en sus palabras y en sus actos y tan propenso a hablar contra unos y otros hasta ser en Cataluña proverbiales sus extravagancias, ha hablado contra nosotros presentando como po co instruido al actual Provincial de aquella región, d ic iendo [que] hizo mal e incompletos los estudios. Cuán injuriosas sean tales afirmaciones lo prueba el hecho cierto de haber hecho el referido Provincial con toda perfección sus estudios con uno de los mejores Padres Lectores que ha tenido la Orden en España,

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