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había echado hondas r'aíoes en su corazón en tal grado que,, teniendo a la vista algunos pobres, luego distribuía entre ellos alimentos con tolda caridad; pero principalmente se mani­ festaba su caridad con los que se llaman pobres vergonzan­ tes, por'que la vergüenza les impedía el mendigar de puerta en puerta o de ir al convento con ios demás pobres. Estando pró­ ximo a la muerte, se dolía principalmente sobre la situación de éstos últimos y pedía muy de veras al Señor que en su defecto sustituyese algún o í j ' o , que movido de entrañas de misericordia ejercitase el ofioio de remediar sus necesidades y no faltase quien les distribuyera el pan y les diera de co­ mer'. En cambio era riguroso consigo mismo, tanto más cuanto más compasivo era con los demás y añadía a los ayunos y abstinencias los más crueles azotes con los que ator­ mentaba su cuerpo, hiriéndolo con nudosos cordeles hasta la efusión de sangre. Torturaba su cuerpo tan sin misericor­ dia, que cuando se azotaba, no parecía sino que estaba eno­ jado consigo o que trataba de tomar' venganza de su enemigo, según era el ruido y los golpes de la disciplina que descarga­ ba sobre él con estupor y susto do los que le oían. Entre estas espinas y mortificaciones se conservó siempre lozana la pureza angelical, la cual amaba sobre manera y se apacentaba entre lirios, de manera que su confesor no dudó afirmar', después de muerto el s-iervo de Dios, que era tan ex­ traordinario el candor de su alma que parecía no haber pe­ cado en Adán. Finalmente, quebrantado su frágil cuerpo con vigilias, ayunos y diversas clases de males y enfermedades, ofreció al Señor su alma intacta y pura, muriendo santamente en el convento de Galatayud, el año 1708. - 217 —

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