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lo presidía el padre Alrcángel, dirigiendo él los rezos.» (Angel Lo– renzo Fernández.) cRespecto a la conducta de los Capuct,inos en la prisión debo manifestar que fué ejemplar, mostrándose padentes, resignados, ca– ritativos: alentaban y consolaban a los otros y, en ocasiones, les ce– dían el puesto.» (Excelentísimo señor VÍíi'COnde de Campo Glrande.) «En estas improvisadas cárceles por el Frente Popular conoci a vartos religiosos Capuchinos del convento de esta población, presos también como yo por el Frente Popular. De ellos puedo atestiguar que observaban una conducta intachable como propia de buenos y ejemplares religiosos. Nunca les oi pronunciar una palabra de ven– ganza o cosa semejante ~ontra los perseguidores del Frente Po– pular.» «En el mes de agosto estuve detenido, prtmeramente en la Resi– dencia de los padres Jesuitas, hasta el 12 de dicho mes, y luego, dos días en la iglesia parroquial de San José, de Gijón. Conmigo estu– vieron presos varios religiosos Capuchinos de esta ciudad, recordan– do los nombres de los padres Berardo de Visantoña, Arcángel de Valdavida, Ildefonso de A-rmellada, hermano fray Alejo de Terra– dillos y el hermano a quien llamaban el Cocinerín, que era fray Eustaquio de Villalquite. Con el que más yo traté fué con el padre Arcángel de V(lldavida, que, por cierto, estaba casi ciego. En dicho centro-cárcel había muchos seglares, rellgiosos de otras congrega– ciones, especialmente Jesuitas, sacerdotes seculares y mi propio padre. »No me cabe la menor duda de que tanto los Capuchinos como los otros religiosos y sacerdotes seculares fueron perseguidos y en– carcelados por motivos puramente religiosos, es decir, por verdadera persecución religiosa. Ni influyó lo más mínimo, respecto de los c a– puchinos, el que la Guardia C~vil disparara desde el convento, pues era del dominio públtco que la Guardia Civil ya se había rendido y había abandonado el convento. Además, si ésta hubiera sido la causa, hubieran encarcelado solamente a los Capuchinos. »Los Capuchinos llevaron en la prisión una vida muy ejemplar y algo extraordinaria; más ejemplar que todos. Como compañeros fueron los padres Capuchinos número uno: repartían los alimentos que les llevaban con otros presos. El padre Arcángel de Valdavida dirigía los Tezos en el grupo en que yo me encontraba. Teníamos que rezar en g.rupos para que no nos molestaran más aún los mili– cianos. Nunca les oí hablar de. venganzas contra los perseguidores ; antes, por el contrarío, trataban de excusarlos, diciendo que eran unos pob.res engafíados.» (Abogado Bonitacio Lorenzo Somonte.) «En el mes de agosto de 1936 oi decir a otras personas que en la Residencia de los padres Jesuitas estaban abandonados varios Ca- 55

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