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por el portón de la huerta que da a la calle llamada entonces de Alcalá Zamora; a excepción, como ya sabe, del padre Domitilo, sor– prendido por la revolución en Bocines. De la última hora de nues– tros mártires en el convento y de su salida soy yo el único testigo de vista.:t (Padre Manuel de Hontoria.) FUé, ,!)Or consiguiente, fray Eusebio llevado a la Comisaria, desde alli a la Residencia de los padres Jesuitas, y ·más tarde a la parro– quia de San José. Pero de él apenas encontramos relación o recuer– do alguno de los supervivientes que con los Capuchinos martirizados pasaron horas y dias muy amargos. «Al hermano Eusebio de Saludes tampoco le identifico a la vista de la fotografía, pero leyendo su biografía quiero recordar que efec– tivamente entre los relig!osos Capuchinos detenidos había uno muy delicado que se pasó acostado todo el cautiverio, y hasta me parece recordar que algunas personas enviaban una botella de leche para estos religiosos, y que tal leche era el único alimento que tomaba ese enfermo. ¿Dormía éste en la sacristía de San José? Me parece que tal enfermo asi hacía. También se dijo entre los supervivientes de la matanza del 14 de agosto que un detenido que se encontraba alli-pudo ser este hermano, por hallarse acostado-fué muerto a machetazos alli mismo. Yo no he oído los naturales gritos de la victima, ni esto es extraño, dada la confusión reinante. Tampoco vi los restos del así asesinado, ni puedo asegurar otra cosa que los milicianos llegaron hasta la sacristía y que de all1 tardaron en volver. »Lo que si puedo asegurar rotundamente ·es que entre los religio– sos Capuchinos había tres padres, y que todos estos religiosos-pa– dres y hermanos-fueron sacados de la iglesia de San José en el segundo camión, hacia las cinco y media o seis del 14 de agosto de 1936, para ser asesinados, con la sola excepción del Cocinerín, el cual se mostraba apesadumbrado por haberse llevado a todos los demás. El motivo de su muerte fué ser religioso, stn que interviniera para nada la politica. En los camiones se iba rezando el rosario, y el grito de ¡Viva Cristo Rey! fué la consigna con que murieron. Lo sé por testig.os presenciales.» (Abogado B. L. Somonte.) !Por el anterior doloroso relato queda comprobado que fray Eu– sebio, como sus hermanos de hábito, fué martiriZado; ya que no quedó mas que el Cocinerín, quien lamentaba la muerte de los ot ros ante los supervivientes después de la hecatombe. Si alguno no hubiese sido asesinado, por ejemplo fray Eusebio, indudablemente que el Cocinerín hubiera hecho de ello alguna referencia, y no hubiera afirmado tampoco qui·en nevaba de comer a los capuchinos, «que sólo quedaba el Cocinerím. Pero es dudoso el lugar, asi como el modo de su martirio. Sí, como parece más probable, le mataron en la sa- 296

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