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modidades que soportar para poner en marcha la nueva fundación . Tenia a su cargo toda la parte material, todas las oficinas y aún le era forzoso ayudar a los padres en lo espiritual, sobre todo en la explicación del catecismo. >Fué Cruces el único sltio donde, que sepamos, estuvo durante los nueve afios de su permanencia en América, y donde prestó sus va– liosos servicios. Y esto, a pesar de la enfermedad crónica que ya de antig.uo le aquejaba: una anemta fuerte que, agotando sus fuerzas, no le dejaba trabajar con h olgura y con constancia. >Por eso miSmo, viéndose grandemente imposibilitado, en abril de 1927 se embarcaba de regreso a Espafia, adonde llegaba en el mes siguiente, siendo desttnado al convento de Vigo. >Estuvo también de familia en los añ.os posteriores en Ribadeo y en La Corufia, hasta que en 1934 pasa definitivamente a Gijón.> V: Encarcelado en Gijón.-Martirizado como sus hermanos. Pero ¿cómo y dónde? Fray Eusebio estaba de comunidad en Gijón cuando estalló el Movimiento nac¡onal en aquella villa; sufrió, por consiguiente, las mismas amarguras que sus hermanos de hábito en los momentos en que los comunistas se apoderaron del convento violentamente y los detuvieron para encarcelarlos y martirizarlos. El siervo de Dios, ya entonces muy delicado de salud, según informe del que hasta entonces era guardián, yacía acostado en un jergón de paja en el sótano del convento. «¡Qué impresión tan desgarradora-escribe a este propósito aquel Superior-, ver a un enfermo, como fray Euse– bio de Saludes, levantándose penosamente del jergón de hojas de maíz en que el pobre estaba echado, s¡n poderse sostener apenas en pie! > «Por el portón de la huerta de adelante, que da a la calle en– tonces de Alcalá Zamora, prolongación de la de Ramón y Cajal, a lo largo de la del Marqués de Casa Valdés, fueron conducidos ca– mino de la Comisaria, entre insultos del populacho, los padres vica– rio, Arcángel, Ildefonso y FRAY EUSEBIO.> No fué, por consiguien– te, fray Eusebio llevado a la próxima panadería con el padre guar– dián y con fray Alejo, sino fray Eustaquio, de quien más tarde nos ocuparemos. Así lo afirma otra vez en carta particular, fechada el 18 de julio de 1958 el que en aquella luctuosa época era Superior del convento, con las s}guientes líneas: «De los muertos, por la pana– dería sali~>ron fray Alejo y fray Eustaquio; los ;restantes lo hicieron 295

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