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crtstía de la parroquta de San José a machetazos, su martirio fué a todas luces más horroroso que el de los otros religiosos de la Comu– nidad de Gijón, a quienes segó una rápida ráfaga de ametralladora. Por otra parte, siguiendo la hipótesis más probable, fray Euseb1o se encontraba sólo en aquellos momentos de calvario, sin casi poderse mover; su muerte, por lo tanto, fué ·más dolorosa por más lenta, por Eil mayor abandono, por los bárbaros machetazos que sobre la ino– cente víctima descargó el furor insaciable de las huestes rojas. Tam– bién la glona corresponderá a lo humillante y doloroso de su muer– te, porque se cumple la sentencia del Espíritu Santo, que dice: cPre– ciosa en la presencia del Señor la muerte de sus santos.» VI Los restos de fray Eusebio.-Su nombre grabado en va– rios monumentos.- Quieren hacer la imagen.-El Pro– ceso de beatif~cación. Inciertos el lugar y el modo como fué martirizado el siervo de Dios fray Eusebio, también fallaron cuantas pesquisas se practica– ron para comprobar oficialmente su muerte y las diligencias para hallar su cadáver o sus restos, como igualmente aconteció con los de los otros religiosos capuchinos asesinados en el cementerio de Jove. Con la certeza, sin embarg.o, de que había sido él también sacri– ficado el 14 de agosto de 1936, aparece su nombre grabado, tanto en las grandes lápidas del cementerio de Jove, como en las del atrio de la iglesia de los padres Jesuitas, y en la lápida conmemorativa fijada en la iglesia de los padres Capuchinos de Gijón. Rápidamente difundida la idea de la posible beatüicación, como mártir, del siervo de Dios entre sus paisanos, despertó en algunos tal entusiasmo que propusieron hacer ya la estatua o imagen de fray Eusebio. Pero, para calmar los plausibles deseos y el explicable entusiasmo, se les dió el siguiente consejo: «Piensen ustedes qué madera es la más apropiada para hacer la imagen; planten el árbol, déjenle crecer hasta el pleno desarrollo; y al estar ya en condicio– nes favorables, lo cortan, le ponen a secar, le guardan con cariño y... esperen pacientemente, porque en Roma se nevan las cosas despacio e hilan muy delgado.» Con esto quedaron conformes, pero desean y piden la beatificación de su paisano. Sus buenos deseos han comenzado a cumplirse, ya que el Proceso Ordinario informativo sobre la fama de martirio, sobre los escritos 297

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