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VII Desmanes republicanos.-EL año de 1934.-Del 34 al 36. Los atentados de tebrero.-El asesinato de Calvo so– tezo.-Presentimientos de martirio. Sabido es que la flamante ·república de 1931, apenas proclamada se manifestó agria y agresiva, iracunda y feroz, iconoclasta y san– guinaria, perseguidora de los verdaderos valores y destructora de principios religiosos y morales. De hecho, antes de cumplir el mes de nacimiento, ya en la capi– tal de la nación, ya en provincias incendió templos y -casas reltgio– sas. En Madrid cayeron bajo la acción del fuego capillas y colegios religiosos. En La Coruña, por ejemplo, pasto de las llamas fueron la residencia e iglesia de los P!P. Capuchinos el primero de julio. Tam– bién por aquellos días hubo intentos de quemar el convento e !iglesia de Jesús de Medinaceli. Inmensa y rugiente -chusma llenó la plaza de Jesús para saciar sus apetitos destructores y sanguinarios. Pero llegada a tiempo la fuerza pública impidió el funesto desafuero. Sin embargo, rogado el padre Provincial por el comandante de la Com– pañía, se abrieron las puertas de la iglesia, previamente cerradas para impedir la profanación. Entraron, irreverentes, los incendiarios en ella, pero sin entregarse a la barbarie por temor a los soldados que entraron con los revoltosos 'en el templo. Por entonces, a causa de no poder realizar otras hazañas, se contentaron con recorrer las naves y con decir a los pocos religiosos que alli estábamos las si– guientes reveladoras palabras: «¿No queréis salir? Pues os sacare– mos arrastrándoos por las barbas., El padre Andrés no abandonó en aquella coyuntura el convento como por orden de los superiores lo hicieron la mayor parte de los religiosos de la comunidad. El no perdió un momento la serenidad y la calma. Con algún otro religioso, vestidos de seglares, sirvió la cena a los ochenta soldados, y no fiándose más de la cuenta de ellos por las exprestones nada tranquiUzadoras que algunos pronuncia– ron durante la cena, se dedicó a vigilar dentro y fuera el convento e iglesia, permaneciendo en actitud de alerta hasta que aparente– mente fué conjurado por entonces el peligro. ( Padre Lorenzo de Quintanilla.) En años posteriores al 1931, los chispazos, la destrucción acá y allá, las huelgas y asesinatos de personas indefensas se sucedieror. con tal frecuencia que mantuvieron el pánico habitual en los co- 28

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