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encarga.ba hacer alguna prenda para los religiosos, nunca me decía para cuál de ellos era. Cuando dirigía los rezos lo hacia tan devo– tamente, que venían las gentes por montones a la capilla de los padres, atraídas por la devoción que inspiraba fray Alejo. CualqUier servicio que se le hacia, lo agradecía sinceramente, y sus palabras de g.ratitud eran ínvariaolemente estas: «Dios se lo pague.• Me ani– maba asimismo para que yo hiciera todas las cosas por amor de Dios. Sus palabras eran: «TOdo por Dios; todo para Dios,, excitándome a la conformidad con la voluntad de Dios. Todas las personas que frecuentaban la capilla de los padres le conceptuaban un verdadero santo. Me consta que varias personas se entregaron a la vida piado– .sa por la devoc¡ón que les inspiraba fray Alejo cuando dirigía los :rezos en la iglesia.» (Julia López.) <<Fray Alejo era mtly devoto, trabajador incansable y muy cari– tativo. Cuando rezaba o dlrigia novenas, inspiraba verdadera devo– ción por la que él demostraba. Todas las personas que frecuentaban la capilla de los Capuchinos estaban edificadísimas de su vida reli– giosa y laboriosa. Tres hijos. mios fueron monaguillos de la iglesia y siempre tenía· alguna atención con ellos, tal vez privándose él de .algún gusto. Más de una vez oí decir a un padre Capuchino que fray Alejo comia las sobras de los demás reUgiosos. También me refirió que después de darse las disciplinas fray Alejo, se veían las paredes salpicadas de sangre; prueba de lo mucho que afligía y casti– g,aba su p:opio cuerpo. No es exagerado afirmar que fray Alejo era un perfecto religioso y un v·erdadero santo. Asi lo manifestaba todo su ~xterior. Además de lo aquí expuesto, me encomiendo a él y es– pero obtener por su mediación las gracias que pido. En las noches de Jueves Santo, estando abierta toda la noche la capilla, velábamos el Santísimo, y fray Alejo permanecía de rodillas horas enteras, edificando con su actitud a cuantos tuvimos la suerte de conocerle.» (María Fernández de Fábregas.) No bien había nacido la segunda República española, establecida para todos los españoles con aires aristocráticos, según anunciaban ~n la propaganda algunos d e sus progenitores, no por República, sino por mala, le salieron tremendos y feísimos quistes, entre los que hay que contar la quema del convento y capilla de los Capuchi– nos de La Coruña el mismo año del nacimiento de la procaz niña, 1 de julio de 1931. cCUando esto sucedió, fray Alejo, con el padre guardián, fue:on a alojarse en casa de mis padres, y también allí pudimos apreciar la humildad y santidad del hermano en tantos detalles de la vida de familia. Con gran riesgo de su vida, y aunque el padre guardián le aconsejaba que no lo htciera, todos los dias, de madrugada, sin ser visto, se metia en las ruinas de la capilla y allí 282

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