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cztstía, en la iglesia; todo lo llevaba él. Un d1a iba por la iglesia del convento aprisa, como solía andar siempre; tropezó en un banco, debió herirse en alguno de los pies; yo se lo advertí, pero me con– testó con su acostumbrada sonrisa y no hizo el menor caso. »Muy atento con todas las gentes era siempre fray Alejo; pero ni perdía el tiempo en conversaciones, sino que rápidamente daba los recados, ni jamás se dejaba llevar de ligerezas en su breve con– versación. Cuando desde el altar o desde el púlpito dirigía los rezos, las novenas y especialmente el santo ejercicio del vía crucis, era tal su piedad, que a todos nos movía a devoción. Me consta que bastantes gentes de los extremos de la ciudad venían a la capilla de los padres Capuchinos por la devoción que les inspiraba fray Ale– jo cuando rezaba.~ (Socorro Vila.) «Tres virtudes principalmente se destacaban en él: la oración, la penitencia y el espíritu de trabajo. Fray Alejo oraba mucho y con gran atención, devoción y edificación. Era asimismo muy penitente y mortificado. Recuerdo a este propósito que en cierta ocasión se había producido una cortada con un vidrio, y aunque se le aconsejaba que .se curara, fray Alejo no hizo el menor caso de la herida. Res– pecto del trabajo, desempefiaba los oficios de portero, cocinero, sa– cristán, hortelano; es decir, todos los de la ReSidencia de padres Capuchinos, y para todos hallaba tiempo. Supe que tenía una hernia muy abierta; pero fray Alejo no se preocupó de operarse o aplicarse algún remedio a dicha novedad contra su salud. Era muy devoto, fervoroso y ejemplar en su Orden, en todo cuanto yo pude observar en él, cuando me hospedaba en los padres Capuchinos; y como en los oficios que desempeñaba procuré yo algunas veces ayudarle, por eso pude observarle y darme cuenta de su edificante comportamien– to., (Hermano Alejo de san Agustín, Pasionista.) V Todaví{L en La C<Nuiia.-Fama de santidad creciente.– Dios se zo pague.-TOdo por Dios y para Dios.-Fray Ale– jo y la quema del convento ?J capilla. «Fray Alejo era un verdadero santo, pues con gran atención cumplia cuantos trabajos supone una comunidad donde hay un solo hermano, y de lo cual yo me daba cuenta. Su trato no podía ser máS afable, pero sin ligereza de ninguna clase. Cuando tenia que tratar algún asunto o dar algún recado, lo hacia sonriente, pero rápida– mente. Era muy comedido y reservado en el hablar. Cuando me 281

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