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las diSputas y discusiones. Siempre muy amante del trabajo, e~tando con todo ·cuidado la ociosidad. Su vida se deslizaba en medio de gran sencillez y religiosidad. (Padre Higinio de Trascastro.) El siervo de Dios fué discreto en el trato con todo el mundo. Jui– cioso, y no se notaron en él indiscrecion.es de ninguna clase. Le veíamos si:empre dispuesto a obedecer a todo lo que ordenaban lo.':> Superiores sin nunca poner reparos a los preceptos que se le impo– nían. No se advirtió que cometiera en ninguna ocasión con sus her– manos de hábito algo que significara atropello o injusticia. A pesar de cierta timidez temperamental, no era ni cobarde ni arrinconado cuando modestamente ~e trataba de defender su propio criterio en cosas sanas y causas buenas. AsimiSmo no le gustaba Hgurar ni llamar la atención bajo ningún punto de vista, siendo verdadera– men te humilde~ sencillo y apacible como religioso, que, pareciendo no tener nada de sing.ular, mostraba en -esto mismo su admirable e imitable virtud. También fué amante de la pobreza seráfica, con– tentándose con lo más se-ncillo dentro del tono propio de la Orden. Punto en cierto modo aparte merece su amór a la observancia de las leyes y a la vida de comunidad en todo, asiStiendo puntual y constante a los actos comunes de la vida religiosa y guardando con esmero la Regla, Constituciones y demás leyes que constituyen la devota trama de la vida claustral. «Sin poder recordar-dice un compañero suyo- rasgos más o me– nos llamativos que tienen otras personas en este punto, recuerdo tres cosas que, a mi juicio, manifiestan una piedad no común: primera la exactitud escrupulosa con que asistia a todos los actos piadosos de Regla, sin dispensarse de ellos jamás, aunque pudiera haberlo hecho alguna vez, sin admiración de nadie; segunda, la exquisita compostura exterior, que daba la medida de cuán poseído estaba por la presencia de Dios; tercera, la unción que se veía a través de todo esto si se le observaba con un poco de atención.» En cierta ocasión encargaron los Superiores al padre Ramiro que fuera al Colegio Teológico de León para dar a los estudiantes Capuchinos de dicha asignatura unas conferencias pedagógicas ca– tequísticas ¡para ori·entarlos acerca de la enseñanza del catecismo, dejando entre los coristas. las más gratas impresiones, juzgándole religioso muy devoto, bueno a carta cabal, piadoso y caritativo sobre– manera. (Padre Olegario de Cituentes.) Cuando el padre Ramiro desempeñaba la Vicesecretaria fué al mismo tiempo director del Catecismo establecido en la iglesia de Nuestro Padre Jesús. La señorita Pilar López Diéguez, que fué cate– quista y secretaria de la Junta directiva en aquella época, por es– crito ha dado de él el siguiente testimonio: <<Entre la señora presi- 244

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