BCCAP000000000000138ELEC

de la palabra. De trato sumamente sencillo y amable, pero sin ltge– reza.s impropias de un sacerdote y religioso. Como confesor y direc– tor no he ·encontrado otro semejante a él. Su bondad y prudencia tranquilizaban sobremanera al alma, brilla.ndo en él el espíritu de discernimiento y de gran caridad, y el santo celo para llevar el alma a, la verdadera .piedad y a Dios.» (María Dolores Menor Claramunt.) «Mucho conocí y traté el padre Andrés de Palazuelo, religioso Ca– puchino del convento de Jesús, de Madrid, y con él me confesé y me dirigí por má.s de ocho años, tratándole con santa intimidad, como hija espiritual a padre también espiritual. El padre Andrés era verdaderamente un santo; bastaba verle cómo oraba, especialmente ante la imagen de María Inmaculada, y contemplar su porte exterior, nada afectado sino sencillo, .para afi.rmarlo. »Como confesor y dtrector de almas, algo admirable, Inspiraba su dirección ilimitada confianza en la misma, no sólo por su bondad, sino por lo pruden~ y sabio de sus consejos, y ;porque hacía cumplir lo que aconsejaba y ordenaba. Yo tengo la persuasión de que si San Juan Evangelista hubiera sido confesor y director de almas, lo hu– biera hecho como el padre Andrés. Las devociones que con más insis– tencia aconsejaba, eran a la Divina Eucaristía, sosteniendo la co– munión diaria; la devoción delicada y filial a la Vir .g.en en el m:is– terio de su Inmaculada Concepción, ordenando la consagradón dia– ria, especialmente después de la comunión, a la Reina de la pureza. Por último, la devoción al glorioso Patriarca San José. Era prudente en .permitir penitencias corporales, pero tendía de continuo a quttar la vanidad, a fundamentar la ;piedad en la humildad, a formar mu– jeres de su casa y de su hogar. >>·Como ejemplo de su reca.to , puedo citar el caso siguiente : Cuando era yo todavía una niña, hubimos de ir a la Santa Iglesia Catedral, y aunque por ser el padre ya mayor y yo muy joven, a nadie hubiera sorprendido que fuéramos en compañía; él me envió por delante, diciéndome: que nada me ocurriría, pero que no tuviera miedo, pues él a discreta distancia podría vigilarme.» (Pilar Rodríguez de Arias.) V Fe profunda del padre Andrés.-Filial confianza en la Divina Providencia.- Amor de Dios práctico.-Caridad para con el prójimo Sin la fe es imposible agradar a Dios, ha dic:tw el Apóst ol de las gentes. Y antes había enseñado el Divino Maestro que el que c reyere y fuere bautizado sería salvo; mas el que no creyere se condenaria. 20

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz