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drá que hablar bien. Nunca vi en él cosa que desdijese del estad() religioso ni que .pudiese causar desedificación a los prójimos. Siem– pre humilde, sencillo, bondadoso y amable, sin afectación alguna en su persona; sin anhelos de gloria mundana.» (Padre Alberto de Az– peitia.) Fué el siervo de Dios observante de las leyes de la Orden y muy obediente a los Superiores. <<Con mucho· gusto contesto a los puntos que me indica sobre el padre Ambrosio· de Santibáfiez, por haberlo tenido de súbdito y de compañero. 1. 0 Fué puntual, observante de toda la disciplina de nuestra Orden Franciscana Capuchina; 2. 0 , siempre que lo tuve yo de súbcUto fué obediente perfecto; 3. 0 , tam– bién fué 'Caritativo con los demás religiosos; 4. 0 , para mi, fué su moralidad de buen religioso; 5. 0 , estaba siempre dispuesto para tra– bajar por la gloria de Dios y la salvación de las almas, y nunca rehu– só trabajo alguno de apostolado.» (Padre Antonio de Carrocer(_L.) «.Yo vt en el padre Ambrosio en todo momento la conducta de un buen religioso; ejemplar, amante de la observancia regular, es de– cir, de los votos, de la Regla y demás leyes de la Orden. El ardor con que defendía las glorias de la Orden demostraba claramente el amor que tenía a su vocación de Franciscano Capuchino.>> (Padre Eugenio de Villamañán.) <<Yo conocí al padre Ambrosio y tuve intimidad con él, de la que saqué la .impresión de que era un hombre muy espiritual y muy listo; predicaba muy bien, era un verdadero a,póstol. Tal me pare– ció las veces que fué a predicar a Solares. Era un verdadero Ca– puchino, un verdadero sacerdote.» (Presbítero Angel Fernández Liaño.) El fervor apostólico del siervo de Dios como pregonero del Evan– g.elio volaba hacia campos menos cultivados, deseoso de derramar la semilla espiritual en e llos, por conceptuarlos más necesitados. Por eso, el afio de 1926 pidió a los Superiores que le enviaran a la na– ciente miSión del Caroní (Venezuela) para trabajar en la conversión de los infieles. Obtenido el permiso, allá marchó generoso, animoso y resuelto. Mas sin cuLpa alguna por parte suya, después de algún tiempo tuvo que salir de Ia misión y trasladarse a la Custodia, de Ven<'7.Uela, en la parte civili.zada, y más tarde, en a tención a un mandato por demás duro, y en aquellas circunstancias humillante, de sus legítimos Superiores, regresó, obediente, a España, en donde se dedicó otra vez a los ministerios sacerdotales con el mismo entu– siasmo d.e siempre. Y he dicho que sin culpa suya, porque, en cali– dad de Superior regular de la misión, fui testigo presencial de cuan– to acabo de relatar acerca del doloroso episodio para el padre Am– brosio. 158

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