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rita Torreblanca la idea de ir a celebrar en el oratorio privado de don Agustín González de Amezú;a.. Pero esto no demuestra que sa– liera, ni mucho menos que hubiera podido conseguir la realización de sus devotos deseos. Es muy posible que si lo intentara, y como no podia disimular su condición de religioso, él mismo tal vez se de– nunció y dió ocasión para que los milicianos hicieran el primer re– gistro en la casa donde se ocultaba. Lo que sí está fuera de duda es que al verse el padre Manila des– cubierto y perseguido, partió del escondite, marchando precipitada– mente al número 7 de la calle de Alarcón. Mas, no co~derándose a.llí seguro, aunque protegido por el portero de la casa, que era bueno, se dirigió a la calle de Alfonso XII, donde tenia unos parten– tes bastante próximos. Poco tiempo después de haber llegado, en– traron asimismo los milicianos, quienes indudablemente le iban per– siguiendo, y sin hacer caso alguno al portero, subieron al piso donde moraban los deudos del padre Mantla, que nada hicieron por librar– le; y con el mismo portero le llevaron a la checa de Bellas Artes. Presentado el padre ante el Tribunal de la checa, nada oyó el portero de cuanto le preguntaron ni tampoco pudo captar las respuestas del padre, pero sí advirtió que respondia con gran firmeza, resolución y soltura, e indudablemente confesó sencilla y llanam~nte que era religioso capuchino. En aquellos momentos experimentarla los efectos de la Bendición Apostólica que otrora le concediera para la hora de la muerte el Santo Papa Pío X, y con ella confortado y sostenido por la virtud de lo alto, recib1ó el martirio, por ser religioso, en la madru– gada del 17 de agosto de 1936, en el cuartel de la Montaña. Aunque alguien ha dicho que el siervo de Dios fué asesinado el dia 15, no existe razón alguna para afirmarlo, y sí para lo contrario, porque el día 16 llamó el padre, por medio de la asistenta del matri– monio Juan y Carlota a la señorita Inés Torreblanca para que fuera a viSitarle. Además, vió la asistenta aludida el cadáver del padre Manila el día 18 por la mañana en el Depósito Judicial. Y, por úl– timo, la ficha registrada en dicho Depósito consigna la fecha de su inhumación el 19. También el Secretario del Excelentísimo Ayunta– miento de la Villa certifica la misma fecha de inhumación, en caja de madera, aunque no en sepultura aparte. 151

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