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El P. Alejandro llega a Aguarico, como Prefecto Apostólico, en 1965 y ya en el mes de mayo de ese mismo año realiza dos vuelos de locali– zación de las casas huaorani. A continuación, el 5 de julio, remonta con el P. Astráin y 13 hombres quichuas el río 1ndillama, realizando ade– más arriesgados recorridos por la selva hasta muy cerca de los bohíos huaorani, pero sin lograr su objetivo. El P. Astráin escribió la"crónica" correspondiente; en ella recoge las palabras de Alejandro a través de la radio de la Misión: "A las seis y media atracamos en Pompeya. Saludamos muy complacidos a todos los misioneros, misioneras y fieles. Todos hemos lle– gado muy bien y conseguido el segundo objetivo del Plan Sinismenalde (en fa– vor de los olvidados). Agradezco el interés de todos y sigan orando constante– mente para que podamos cantar la victoria final" Como se narra en Los últimos Huaoran i, a lo largo de estos años se suceden los ataques sorpresivos de los huaorani a otros moradores de la zona, a puestos del ejército, o a los iniciales campamentos petrole– ros. La Prefectura sigue con su "Plan", haciendo expediciones portie– rra y, sobre todo, vuelos de localización, en Ios que se echan regalos so– bre los bohíos para preparar un encuentro pacífico. Para cuando en 1968 la Misión puede disponer de avioneta propia, y por tanto de más facilidades, los misioneros del ILV han logrado re– ducir a la mayoría huaorani en las cabeceras del río Curaray. En 1970 el P. Alejandro renuncia a su cargo de Prefecto Apostólico y marcha a ejercer su actividad pastoral en la zona por la que se aden– tra, como una creciente impetuosa, la invasión petrolera: Eno Kanke, Shushufindi, Sachas, Coca. En 1976 se le destina a Nuevo Rocafuerte y allí se acoge a su querida misión de las "minorías étnicas": sienas, se– coyas, cofanes, huaorani. Ahí precisamente le sorprende la llamada de la compañía exploradora CGG, que opera con base en Pañacocha: los campamentos de la zona huaorani han sido asaltados por algunos "aucas"... Va a comenzar "Crónica Huaorani". CRÓNICAS: LA "FASCINACIÓN" HUAORANI. En diciembre de 1976Alejandro tiene el primer contacto directo con los huaorani; desde ese instante siente el impulso de narrar la expe– riencia. En 1980, cuando finalizan propiamente las crónicas, confesará en una carta a su Superior Provincial su fascinación ante ese pueblo "por sus características de primera familia salida de las manos de Dios". 206

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