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Mis padres llegan una hora después: fnihua viene apoyándose en un bastón, caminando muy despacito, con cara de angustia. Pahua, igualmente, se apoya en otro palo, pero trae en sus hombros una ca– nasta grande de yuca y plátano. Araba ha Uegado un poco antes, pero también muy afectado por las consecuencias de su paludismo. En ca– sa me cuentan los pormenores de su tragedia y, desde entonces, me pongo completamente a su servicio: enciendo el fogón, barro la casa abandonada, parto un poco de leña, acarreo agua de la quebrada. Pa– hua e Inihua extienden sus hamacas mientras siguen confiándome sus lamentaciones. Durante todo el día no llega el helicóptero, dejándonos desconcer– tados sin saber cuándo lo hará. Por la noche Pahua e lnihua duermen en su hamaca y los demás seguimos acomodados en Ja casa de Caí. He observado una novedad: la pequeña entrada oriental de la casa está herméticamente cerrada con palos de chonta y hojas de palmera, seguramente para que la "En– fermedad" no se comunique directamente entre ambas casas. Tam– bién, en otro momento, se me indica que para ciertas necesidades hay un lugar más o menos convencional, y cuando Pahua se ausenta deja en la puerta un signo igualmente convencional, consistente en una gran hoja de árbol, de modo que todos pudieran darse cuenta de que la dueña de casa estaba invisible. Frecuente y repetidas veces siguen preguntándome si la "Enform~dad" se ha ido ya de la casa. No tenemos ninguna medicina y mis pa– dres me piden que les haga unas fricciones donde sienten más inten– sos los dolores musculares. Hay momentos en que clamo al Señor: -Acuérdate de que nos mandaste diciendo "curad n los enfermos y decid– les que el Reino de Dios está cerca " ¡No cambies ahora lns cosas! Yya que sale la cuestión religiosa, tengo que contar que hoy he re– cibido una lección muy provechosa, porque todos se han empeñado en que pronuncie bien la palabra que tienen ellos para indicar al Crea– dor: Huinuni. La "nu" no es como nuestra "nu" sino que se pronun– cia con los dientes cerrados y tendiendo a sonido nasal. Cai, esposo de Huiyacamo y padrastro de Deta, me ha hecho otro gran descubri– miento, dándome a entender el alcance del concepto que tienen del "Creador", pues me ha explicado que El lúzo Ja selva, los ríos, los ani– males, y también al pueblo Huaorani, nombrándome, además, otros varios pueblos. 121

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