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Algo así me pasó con otras cosas que quiero que sepan quienes quieren evangelizar a los Huaorani: Pendientes del mismo clavo estaban, a la cabecera de mi cama, el Crucifijo y el cinturón Huao, para ponérmelos en el último momento. Me olvidé. Fui interrogado acerca de ambos por los Huaorani. La fami– lia Cai me entregó toda una madeja de hilo de lana de ceiba, manufac– turado por las mujeres, para que nos hiciésemos ceñidores a lo Huao. Creo, que antes de cargarles de crucifijos, medallas y objetos exter– nos religiosos, debemos recibir de ellos todas las "semillas del Verbo" ocultas en su vida real y en su cultura, donde vive el Dios desconocido. Todos me preguntan también si los Huaorani "ya son más decen– tes con nosotros". Realmente ahora molestan mucho menos en este sentido; pero sostengo que los misioneros deben comportarse con to– da naturalidad entre ellos; no extrañarse de su nudismo ni de ciertas curiosidades que puedan tener con nosotros, y hasta que debemos des– nudarnos voluntariamente en algunas circunstancias, no en plan de exhibicionismo sino para no crear complejos de culpabilidad en una cultura de madurez sexual extraordinaria. Yo deseé evitarlo, y por eso quise bañarme cuando todos estaban cenando. Pero la noche estaba muy oscura y nos habían quitado todas las linternas. Por eso pedí la suya a mi amigo Araba. Este optó por acompañarme, con el plato de arroz en una mano y la linterna en la otra. Al poco tiempo estaban to– dos en la orilla del río viendo cómo me bañaba. Desde luego lo hice en cueros, y después de secarme me ceñí el cinturón Huao. Se rieron un rato y también yo. Ciertamente no lo había planeado así, pero ¿resultó como debía ser... ? ¿Cuando vendrás? Esta pregunta me la hacían todos con mucho interés. Les dijimos que después de tres o cuatro lunas, calculando que podríamos hacerlo hacia noviembre. Pero los conocedores del río Yasuní nos aseguran que por este río se puede viajar, a lo sumo, hasta mediados de octubre; más tarde es imposible hasta las nuevas aguas. Según esto habría que adelantar la visita. Estoy dudando sobre la conveniencia de progra– marlo con los misioneros del ILV, o seguir haciendo algunas visitas más, independientemente de ellos... ¿Traerás mujeres? Esta es otra de las grandes preguntas de esta visita. Recuerdo que Sam Padilla me decía que entre los Huaorani ''la mujer no cuenta". 103

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