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IV ALBORES DE APOSTOLADO DEL SUBURBIO En la capital de la Montaña Terminaba la guerra civil espa– ñola . La ciudad de Santander aca– baba de ser ocupada por las tropas nacionales. E l ejército rojo, derro– tado y n.alt~echo, huía en vergon– zosa derrota hacia Asturias, dejan– do scn,brada de ruinas la capital de la Montaña. Los templos, profana– dos; los comercios, saqueados, nu– merosas familias, sumidas en amar– go llanto por )a desaparición de los s uyos. Los efectos de una guerra pro– longada y cruel se dejaban sentir en la población santanderina . A au– mentar la¡ tragedia contribuía no poco el aluvión de gentes venidas de los pueblos vecinos, empujadas a la capital por los azares de la guerra. Ante la escasez de viviendas para a lbergar a las numerosas famil:ias que abarrotaban la población, un g rupo de ellas se veian obligadas a v ivir en las afueras de la ciudad, junto a las lagunas marítimas, en casuchas improvisadas, formadas de latas de conservas y de otros ma– teriales de desecho. El barrio era 20 conocido con el nombre de "Ve– necia". La situación material, moral y re– ligiosa de esta pobre gente era la– n~entable: sin techo para cobijarse, sin lumbre para calentarse, sin pan para alimentarse, sin lecho para descansar y si n templo para orar. Enterado del lamentable estado de esta gente, me decidí a hacer algo por al iviar su situación . Con– vencido de que antes de dar cate– cismo había que dar pan, ya que es inútil predicar el Evangelio a estó– magos vacíos, busqué un grupo de señoras y señoritas de buena volun– tad y de entrega generosa al soco– rro de los necesitados, a quienes ex– puse m.i proyecto de procurar por todos I.os n1edios posibles aliviar la situación de esas familias, recaban– do para ellas de tiendas y comer– cios, de personas particulares y de entidades oficiales, donativos en metálico y en especie con destino a las mencionadas familias. La ciu– dad respondió adn1irablemente a mi llamamiento. Los donativos llovían en g ran número, y se cumplía, una vez más, lo del responsorio de San Antonio, que dice : " Los pobres

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