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conforman con lo que tienen y no apelan a medios injustos para con– seguir los bienes de que carecen . Desean ser ricos, pero sin odia r a los ricos. Muchos de nuestros pobres del suburbio pertenecen a este número. Son pobres resignados con su p~ breza. Nada de esa actitud hosca, rencorosa y desesperante que se re– fl eja en el rostro de tantos otros pobres, trabajados por el comunis– mo. Para ellos está reservada la pri– mera de las Bineaventuranzas pre– dicadas por Jesucristo. Visitaban no hace mucho dos pe– riodistas del extranjero uno de los suburbios madrileños. Terminada la visita, y después de haber entrado en varias viviendas pobres y con– versado con sus moradores, me dijo uno de ellos: - Viviendas tan pobres como és– tas y nwcho •nás las hemos visto en Jos arrabales de París. Lo que no hemos visto en ninguna otra parte más que aquí es la serena y tranquila conformidaí:l de esta gente con su pobreza. Los pobres desesperados son se– mejantes al mal ladrón, que llevan la cruz de la pobreza renegando y maldiciendo de todos aquellos que creen ser cauS<I de su desgracia. Los hay en gran número en nues– tcos suburbios. Nada más frecuente que encontrarse con padres de fa– milia que, ante la precaria situa– ción económica, se desesperan, re– niegan y n1aldicen de Dios, í:le la l glesia, del Clero y de los ricos, como si ellos fuera n causantes de sus males. "Si hay Dios, ¿cómo es que permite todas estas injusti– cias?... " "¿ Po r qué unos han de vivir en la abundancia y otros he- mos de morir en la miseria ?..." "Jamás volveré a pisar la iglesia ..." es la casa de los ricos, la aliada de la burguesía, la enemiga de los pobres..." Así piensan y así se expresan no pocos de esos pobres desesperados, s in fe, sin religión y sin esperanzas ultraterrenas. Compadezcámosles y lleguemos a ellos con el bálsamo de la caridad cristiana, que es el amor y la comprensión . B) Los hambrientos: ¿Se en– cuentran en nuestros s uburbios? Vaya que sr. No hay más que pe– netrar en ellos. Doquier se contem– plan escenas como éstas: enfermos que no pueden trabajar, obreros sin trabajo, padres de familia im– potentes para dar de comer a sus hijos, pobres vergonzantes que pre– fieren morir de hambre antes de pedir limosna, pobres de solemni– dad a quienes la ley priva del único recurso para vivir, que es la men– dicidad ... Estos y otros más, ¿qué son s ino pobres hambrientos del suburbio? El mal es general y afecta a una tercera parte de la humanií:lad. La mayoria de los hombres del Oriente Medio y del Extremo O rien– te no pueden saciar el hambre. Re– cientemente se ha fundado en la India un hospital para recoger a todos los que corren el peligro de morir de hambre por las calles . En el Sahara mucha gente tiene que pasar el día con un puflado de dá· 11

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