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8 6 exigimos íntegros y severos, conoce con cuanto rigor y solemnidad hacemos cada año los exámenes, y con todo ilusionado por las discordias de sus diócesis, etc. nos trata como ignorantes. El cuidado y rigor con que desde varios años procedemos con nues­ tros estudios nos consuela de las injustas apreciaciones de los hombres. El Excmo. e limo. Sr. Obispo de León está también algo resentido con la salida del P. Pablo de Béjar, Superior que era de aquel convento. Cuando dicho Prelado, hoy ausente, sepa la verdad de lo ocurrido será, no lo dudo, amigo de la Orden como antes. Este sabio Prelado desde muchos años se encariñó tanto con el P. Pablo que repután­ do lo hombre de talento notable y de virtud sólida lo tomó por su confesor y le dio grande entrada en su palacio. Muchas veces habían querido los Superiores Mayores enviar al P. Pablo de simple súbdito a otro Convento, pero respetando la ilusión del Sr. Obispo y no queriendo contristarle le toleraron como Superior local de León a pesar de los disgustos que les había dado y enviaron los Coristas a otro convento para que no sufrieran los males efectos de la ligereza y rareza de carácter del P. Pablo. Pero este pobre Padre que en medio de sus defectos no carecía de cualidades apreciables que salvaban y tranquilizaban la conciencia de los Superiores mayores al tolerarlo como Superior de León para no disgustar al Obispo, continuando sus descuidos por la ob ­ servancia y disciplina regular y aun acrecentándolos con sus simpatías hacia los dísco­ los cuyos perniciosos influjos han causado cierta perturbación y confusión en León llegó a pasos agigantados hasta el punto que después de haberse carteado con el más rebelde los díscolos franceses llamado P. Eutimio hoy expulsado de la Orden como ca­ lumniador y perturbador incorregible, cayó sobre él com o un castigo de Dios y em­ pezó a creerse indigno del hábito capuchino. Espantan las cartas que escribió a los Superiores Mayores. En una del 18 de septiembre dice: "La promesa hecha por Dios a San Francisco testificándole no consentiría en la Orden fraile alguno que pretendiera vivir desordenadamente ha de cumplirse; por lo cual yo creo que es Dios quien me saca de la Orden y no el diablo". Y el 14 del mismo mes había ya escrito: "No quiero culpar a nadie, confieso que mis muchos pecados y mis repetidas infidelidades son las que me han co locado en el estado en que me hallo y las que me han sacado de la Religión". Al verlo en tal situación y viéndole con sentimientos tan humildes procu­ ramos apartarle de su proyecto de salir de la Orden; lo llamé a Barcelona, pero todo fue inútil, y tuve que contentarme con darle paternos avisos para que a los menos fuese buen sacerdote secular. Para remediar los desaciertos del P. Pablo y arreglar todos los asuntos de aquel convento fue enviado como Delegado Provincial un Padre muy maduro, de óptimas cualidades, quien actualmente está cumpliendo su misión. Cuántos males producen en una Orden unos pocos rebeldes. Pero gracias al Señor, los más culpables y que desde muchos años venían destruyendo la paz, la unión y el principio de autoridad están ya fuera. Terrible ha sido la prueba, pero esto indica que la Orden es santa, es observante, ya que no pueden medrar en ella los que no quieren ser buenos; semejantes crisis frecuentes en las Religiones observantes, son un medio de que se vale la justicia y la misericordia de Dios para alejar a los malos y per­ feccionar a los buenos. Entre los buenos ha habido algunos engañados y seducidos por las astucias de los díscolos. A uno de ellos, llamado P. Francisco de Benamejí, le trastornaron la mente obligando al Rmo. P. General a eximirle del cargo que tenía en la Provincia de Toledo y colocarlo por algunos meses en Madrid, donde no era Superior y sólo presidía en au­ sencia de mi hermano, que es el único Superior de esta residencia o procura de Madrid. Este buen Padre llegó en su ilusión a hacerse pasar por Superior de Madrid y dar razón a ciertos calumniadores ante pobres religiosos legos y en presencia de per­ sonas de reconocida piedad y ciencia. Pero todas las ilusiones van cayendo, y son al

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