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2 7 "Voluntad del Papa, voluntad de Dios". No se alarmen, pues, los pocos que muestran tan poca generosidad: Roma sólo les pedirá lo necesario, pero lo pedirá firmemente porque no pueden no hacerse sacrificios que por necesidad de imponen. Anímese, pues, V. R., y no se aflija por la negativa que le han dado algunos ancianos que podía ir. El P. Calasanz con nuestras instrucciones tratará con V. R. y se verá una combina­ ción que sin mandar a quien lo repugne provea las actuales necesidades. 10°. Muy oportuno es lo que V. R. y sus Definidores han establecido sobre las 40 Horas y sobre convidados a nuestras meses. 11°. Veremos si se podrá alcanzar el privilegio que piden por la octava de la Inmaculada Concepción de maría Santísima. 12°. En general, estamos contentos de las notas. 13°. P. Serafín puede predicar desde hoy. Para la formalidad del archivo en­ víen el certificado de examen con el juramento, siguiendo la fórmula latina del Manual, p. 286. 14°. El Reglamento de la E. Ser. va bastante bien y serán pocas las correcciones, y éstas accidentales. Bendecimos de corazón a V. R. y a todos sus súbditos. Afmo. p. y s. en Xto. Fr. Bruno de Vinay, Proc. y Com. Gen. Cap. (Escrita por el P. Calasanz y firmada por el P. Bruno) ■k :k k k [CARTA DEL P. CALASANZ DE LLEVANERAS AL MINISTRO PROVINCIAL PREPARANDO UNA EXPEDICION DE MISIONEROS A SANTA MARTA Y A CAROLINAS (25 noviembre 1891)] [APCV 0 3 0 /3 /k ] Arenys de Mar, 25 noviembre de 1891. M. R. P. Provincial de Toledo: Antes de salir para Roma me es muy grato saludarle afectuosamente y repetirle el consuelo que me han causado el buen espíritu y óptima voluntad de los colegiales que tienen el honor de ser discípulos de V. R., como también la buena dirección y próspero estado de la Escuela Seráfica. El Señor bendecirá los esfuerzos y trabajos de V. R. y, a pesar de ias espinas que afligen a todo buen Prelado y que no faltan a V. R., no dudo tendrá la alegría de ver cada día más disminuidos los defectos de los pocos que, más por mal genio que por malicia, se hacen pesada cruz para su corazón de Padre y Prelado. Las buenas condiciones de la juventud estudiosa son ciertamente efi­ caz lenitivo que le hacen suaves las cruces de los pocos de madura edad que se las causan. El caritativo y enérgico acto de imponer la obligación de dar a la Comunidad la carne en sus días y en cantidad acostumbrada en los Conventos, merece todos nues­ tros aplausos y el de sus hijos.

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