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8 1 de sermones, etc. También le concedemos en las mismas condiciones permiso para hacer un viaje a Antequera y predicar ejercicios a sus Religiosas en la época más a propósito para ellos, cuidando que la Residencia de Barcelona no queda mal en com­ promisos de sermones. Esperamos que usará con tal prudencia y humildad de nuestras resoluciones, que todo sirva para el bien de su alma y la paz de sus hermanos y propia, sin menos­ cabo de los deberes de todo religioso bajo todos conceptos. La Religión Capuchina es una Madre que busca, quiere y defiende el provecho espiritual de sus hijos, y se alegra (y da apoyo) de las santas empresas que ellos hacen por Dios y el pueblo fiel e infiel. Por esto ve con satisfacción los progresos de la Congregación de HH. Terciarias regulares y que V. P. se ocupe en ello, esperando que en todo obrará de acuerdo con los Rmos. Ordinarios para que ni aun indirectamente sea violada la autoridad y que todo esto será ordenado con tal prudencia y religiosi­ dad que todos se edifiquen y que V. P. no sea ni menos útil ni menos provechoso a los conventos in pace, obaedientia et charitate. Procure evitar hablar de los tristes incidentes ocasionados por sueltos de pe­ riódicos, ambos buenos en si, pero indiscretos en su modo, ocasión y forma de anun­ ciar las cosas. Ni unos ni otros renueven tales cosas, sin el parecer imparcial de los Superiores de Roma. Pedimos a la Divina Pastora le bendiga y fortalezca y haga sean olvidados y pronto desconocidos los asuntos que hemos tenido que resolver, por medio de prontos mandatos. Afmo. P. y s. en Xto. Fr. Bruno de Vinay, Proc. y Com. Gen. Cap. ★ * * * [CARTA DEL P. CALASANZ DE LLEVANERAS AL P. BERNABE DEASTORGA (12 junio 1889)] (Confidencial y secreta) Roma, 12 junio 1889. M. R. P. Bernabé. M. R. y carísimo Padre: En vista de su carta el Rmo. P. Comisario General ha te­ nido a bien decirme le escriba que su salida de Barcelona, a pesar del telegrama, ha sido un acto muy importuno y una verdadera desobediencia (salva la intención, data mentís confussione et cordis tribulatione) que le ha causado una verdadero disgusto. El P. Cornudella hizo muy mal en darle este ilícito consejo. El Rmo. temía telegrafiarle nuevamente para evitar que nuevas órdenes suyas sean esquivadas por V. R. bajo pretexto de evitar choques con el Provincial, debiendo vindicar en todo caso su autoridad. Nunca más, pues, se permitan interpretar así ór­ denes de Roma: pues con estos actos (a pesar de la intención contraria) es pisoteada la autoridad generalicia. No puede figurarse la mala impresión que ha causado el que se haya preferido violar el mandato de Roma que el del Provincial. Por amor de Dios nunca más hagan esto.

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