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Acción Social renuncia al dinero, la moderación en el uso de las cosas y el tratamiento ascético de todas las realidades humanas. No será difícil descubrir contravalores o contraindicadores; así, cuando la fundación se realizaba no sin intensos conflictos con la población o con otros institutos religiosos; cuando, en ocasiones y a juicio de algunos, se fomentaba la improduc­ tividad económica de la población al ayudar a aquellos hom­ bres con la limosna; cuando hasta los pobres conventos resul­ taban moradas regias frente a las cuevas o paupérrimas vivien­ das de las clases modestas; cuando hasta la vida austerísima era puesta en parangón con la condición servil de la mayoría de la población rural española. 903. Aunque no podamos en este momento descender a comprobar estas sugerencias con la historia desnuda de las fuentes, creemos que en general los capuchinos actuaron co­ mo hombres evangélicos, dedicados a anunciar la paz y el bien, como hermanos al servicio de todos. 2 .-Acción social desde la evangelización con la Palabra 904. El habitat y la forma teórica de vida de los capuchi­ nos eran vehículos sociales. Pero es necesario descubrir zonas más concretas. Creemos que ninguna como el mensaje que ellos llevaban con la Palabra, en forma de predicación variada, sobre todo la de mayor tono, la de las misiones populares. El tema se acerca a la llamada historia de la predicación, to­ davía sin escribirse en España. El camino se presenta muy lar­ go, ya que es necesario tener presente la fluidez de varios si­ glos, el complejo de muchas personas y la variante de regio­ nes muy diversas. Sin embargo, merece la pena intentarlo. Descartamos, por supuesto, los vaivenes retóricos y literarios producidos por los gustos culturales de estos siglos; han sido ya estudiados en capítulos anteriores, así por ejemplo, las ten­ dencias conceptualistas y gerundianas. Aquí interesa sólo el contenido social de la predicación. 905. Para eso es necesario recurrir a los predicadores que dejaron impresos sus sermones. No se ha de pensar que la ma­ 439

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