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Actividad Apostólica éstos no adoptaron la norma común de sus hermanos de Ita­ lia de servir como capellanes de cementerios. Ya hemos recor­ dado que en tiempo de epidemias los capuchinos se ofrecieron incluso a dar sepultura a los muertos. Merece también recor­ darse una costumbre practicada por los capuchinos de Castilla, quienes se comprometían a enterrar los niños de familias po­ bres, o bien estos párvulos se enterraban en la misma sepultu­ ra de los religiosos o en nuestras iglesias. 5. Apostolado castrense. 580. Es un apostolado que lleva consigo múltiples activi­ dades apostólicas y caritativas: la predicación, la confesión, el auxilio a heridos y moribundos, el ciudado de los enfermos y apestados ya que la peste era inseparable compañera de las guerras. Los capuchinos que abrazaron este ministerio fueron movidos más por su caridad y celo apostólico que por los ruegos de las autoridades. 581. En la guerra de la Valtelina y Savoya (1638) acompa­ ñaban a las tropas del marqués de Villafranca don Pedro de Toledo, Francisco de Tarazona, lector de artes del convento de Pamplona, y compañeros (cfr. Arch. Ib. Amer. 25 (1926) 229s). Doce capuchinos, elegidos por el virrey de Cataluña, acompañaron al ejército de Felipe IV en la expedición del Rosellón del 1639. Sabemos que ese mismo año los capuchi­ nos de Fuenterrabía prestaban sus servicios espirituales en el ejército. De la provincia de Aragón el marqués de los Vélez P. Fajardo llevaba consigo varios religiosos en la expedición pacificadora de Cataluña en 1640 (cfr. Melchor, Historia ge- neralis II/2, 155 nota 4). A instancias del obispo de Cádiz don Francisco Guerra, Felipe IV señalo el 31 de octubre de 1645 seis sacerdotes capuchinos como capellanes castrenses para el fuerte de Mámora en Africa, con las mismas faculta­ des de los misioneros de Propaganda Fide, y en aquel difícil puesto siguieron hasta la rendición del fuerte en 1681 (cfr. Valencina, III, 145-159). A los capuchinos andaluces les fue también encomendada, en la segunda mitad del siglo XVII por voluntad del rey, la asistencia espiritual de las tropas esta­ 301

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