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Los Capuchinos en la Península Ibérica todo el Orden que contenía graves preceptos de intención del Patriar­ ca, Zaragoza, 1808. LEANDRO DE MURCIA, Exposición de la Regla de los Erayles Menores, Madrid, 1645.- Compendio, por Gregorio de Salamanca, Alcalá, 1666. II. FORMACION DE LOS RELIGIOSOS JOVENES. 261. Como no podía menos de ser, la formación de los no­ vicios y jóvenes profesos ocupaba el centro de la atención en las provincias. En un principio se dejó a la intuición de maes­ tros experimentados el arte de formar; pero poco a poco se fueron creando verdaderos directorios, algunos de los cuales vieron la luz pública, otros quedaron compendiados en los ma­ nuales comunes de costumbres. Uno de los más aceptados fue el de Mateo de Anguiano, obligatorio en la provincia de Casti­ lla: Disciplina religiosa... para la educación de la juventud... (Madrid 1678). 262. Varios maestros de novicios dejaron escritas obras destinadas a la formación de los jóvenes ya sea en las obliga­ ciones del estado religioso ya en los caminos del espíritu, como las de Pedro de Aliaga, Buenaventura de Manresa, Ramón de Barcelona, José de Rafelbuñol, que más tarde reseñaremos. La provincia de Navarra tuvo a fines de siglo XVIII un Regla­ mento para la acertada dirección de los novicios capuchinos... dispuesto con orden de sus superiores por el P. Fr. Joaquín de Tudela (Pamplona 1797). Y la de Andalucía, en plena res­ tauración postnapoleónica, promulgó unas Ordenaciones para el mejor arreglo de todos los colegios en esta Provincia..., obra del provincial Mariano de Sevilla (Cádiz 1819); la primera párte se refiere a la renovación de los estudios, la segunda a la formación religiosa de los estudiantes. Poco después aparecía en la provincia de Cataluña el opúsculo Noviciat de PP. Caput- xins de Catalunya ó sia Fonament de perfecció (Barcelona 1828). 160

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