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CA PU CH INO S DE LA RESTAURACIÓN DE LA PROVINCIA promontorio, por la torre del homenaje del ruinoso castillo árabe y su muralla, que gozó de una gran importancia en el plano defensivo con la llegada de los árabes. Alrededor de este resto de fortaleza se alza el núcleo de población más antigua de calles y casas impecablemente blancas, del más puro ambiente andaluz. Al píe del cerro se levantan los arrabales o parte del pueblo, más moderna, con bloques de edifi­ caciones nuevas. La iglesia parroquial de la Asunción tiene tres naves separadas por dos hileras de arcos apuntados; se levantó en el siglo XIV sobre la base de una antigua mezquita. Destacan también la iglesia del Carmen, del convento de Carmelitas de 1555. Otras edificaciones: el triunfo de San Rafael, de 1762, el edificio de Madre de Dios, del s. XV, la iglesia de Jesús y María de Scala Coeli, de 1616, el puente romano y el puente viejo. En la cárcel del pueblo, hoy casa consistorial, allá por 1568 estuvo preso Miguel de Cervantes. Llano el terreno y regado por las aguas del río Guadajoz y sus afluen­ tes, los arroyos (anteras y Pilatos, produce abundantes cereales, hor­ talizas, legumbres, vino, aceite, hoy en plan de cultivo intensivo. Tiene una pequeña industria de muebles de madera de olivo y, muy recien­ temente, se han instalado algunas industrias de chacinas y vinos. NACIMIENTO E LNFANCLA En este pueblecito cordobés, de casitas blancas, que dormitan al pie de la ruta de Granada a Badajoz del legado andalusí, nació Pedro Bello Luque, nuestro futuro P. Pedro de Castro del Río. Era el 3 de septiembre de 1871. Fueron sus padres Pedro y Rafaela que, además, tuvieron la gloria de dar a la Orden Capuchina otro hijo, Francisco, quien sería, por tres veces, Superior Regular de la Misión de Santo Domingo, en la que trabajaría junto a su hermano Pedro, siendo nombrado Canónigo honorario de la Santa Basílica Catedral de Santo Domingo, Primada de las Américas.

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