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laciones, añadía el pasar las noches en vigilia sin dar a su cuerpo el necesario descanso del sueño, pasando casi todas ellas en gran parle, en la iglesia y en el coro arrodillado y en oración. Muchos testigos depusieron haber visto su rostro resplandeciente e irradiando un celestial fulgor, cuando es­ taba en meditación; y a la manera que el vidrio herido por los rayos solares irradia la luz por refleixión, así irradiaba el rostro del siervo de Dios un resplandor celestial, cuando se hallaba en contemplación, como si fuera herido por aque­ llos rayos de luz divina que iluminaba su espíritu y su cuer­ po a la vez. Su oración no era oración estéril, sino fecunda y abun­ dante en buenas obras, a causa de lo cual los Padres que gobernaban la provincia, le confiaron el delicado cargo de maestro de novicios, en el cual se ocupó dur'ante muchos años. En las conferencias que a diario hacía a los novicios,, les recordaba muchas veces unas hermosas frases de San Juan Crisòstomo, diciendo: “Hermanos, considerad el pacto que habéis hecho, atended a la condición de vuestro estado y conoced bien la milicia a la que habéis dado vuestro nom­ bre; porque es imposible alcanzar victoria sin lucha, y conse­ guir el triunfo sin pelear.” Y a fin de que sus instrucciones les aprovechasen más, iba delante de ellos con el ejemplo, reco­ mendando de esta manera el método que les enseñaba con su propia experiencia y esforzándose en practicar al pié de la le­ tra su misino doctrina e instrucciones, v ésto con tan grande fervor, que no parecía que andaba o corría, sino que volaba por el camino de la perfección hasta la cumbre de la santidad. Brilló como luz sobr'e el candelero y aprovechó tanto a los novicios, que a ejemplo suyo corarían a porfía para alcanzar el fin de su vocación religiosa, sacando discípulos muy aven­ tajados, uno de los cuales y acaso el más destacado de todos, fué el venerable P. José de Carabantes, bien conocido por' su apostolado en España y América, y por el gran celo de la glo­ ria de Dios y de la salvación de las almas, que le mereció el renombre de Apóstol de Galicia. Aunque el oficio' de maestro de novicios es muy oculto a — 120 —

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