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Jas manos de su Creador, el año del Señor de 1635. Así, lau­ reado con el mérito de la santa obediencia, pasó a mejor vida, a recibir el premio de sus preclaras virtudes. Debido a la gran opinión de santidad en que era tenido por los habitantes de la capital aragonesa, acudió al conven­ to un numeroso y a la vez selecto concurso a venerar su ca­ dáver', entre otros, el Excmo. e limo. Sr. D. Francisco de Paula, Arzobispo de Zaragoza, quien arrodillado besó devo­ tamente los pies del difunto, imitándole en estas muestras de veneración, otras personas nobles de la ciudad y religio­ sos principales de varias Ordenes Religiosas. El cadáver fué llevado en hombros por seis Maestros Car­ melitas de la regular observancia hasta su sepulcro, en donde descansa, esperando la resurrección de los muertos. — 118 —

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