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P. PEDRO DE BARBASTRO Cierra gloriosamente el escuadrón de ilustres varones que dió en este año da 1624 al cielo la religión de los Capuchinos en España, Fray Pedro de Barbastro, predicador que engen­ dró a la vida monástica la provincia de Aragón y envió al descanso eterno la de Castilla desde nuestro convento de Ma­ drid. Nació pues Fray Pedro en Barbastro, ciudad del reino de Aragón y desde sus primeros años se dedicó primero al ejercicio de las virtudes y después al de los estudios, y en ambos consiguió tan singular aprovechamiento, que con el crédito de virtuoso y demostraciones de docto vino a llegar a la Cátedra de Prima de Teología Escolástica en la Univer­ sidad de Huesca, la cual regentó 17 años con no común aplau­ so y utilidad grande de sus discípulos. No era menos buscado en el confesionario que en las es­ cuelas y el escrúpulo que concedía en resolver materia de fue­ ro interior junto con los fervorosos deseos que ocupaban su ánimo de vida más quieta y estrecha, empezó a inclinarse a su estado de Religión. Despreciando, pues, el temporal aumen­ to que sus muchas letr'as le debían ocasionar, pisando las con­ veniencias y veneraciones del mundo, se determinó a asentir1 a Ja divina vocación, vistiendo el sayal de los capuchinos quienes muy luego experimentaron el buen espíritu que les ha­ bía traído a Fr. Pedro, en las veras con que abrazó las austeri­ dades y observancias de nuestro penurioso Instituto. Su hu­ mildad era la más profunda, su obedienciaa la más rendida,, su mortificación, la más universal y continua. Y conociendo que las espirituales armas de que se recela más el demonio son el aj uno, la oración y el silencio, puso el mayor conato en — 104 —

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