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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS berto y P. Isaac, fueron a un barrio cercano. Los de Buga– llón, P. Hipólito y P. Román, también salieron de la pobla– ción durante el bombardeo. Los religiosos de Salasa, P. Ja– cinto, P. Pedro y Fr. Santiago, se refugiaron en la huerta. Los japoneses se retiraron precipitadamente sin resisten– cia y por eso los americanos avanzaron con suma rapidez hasta Aguilar, siendo esos pueblos los primeros de la Isla de Luzón que fueron liberados 2 • A la preocupación y sobresalto sucedieron el gozo y sa– tisfacción de una vida nueva bajo los acogedores pliegues de la bandera de las franjas y las estrellas. La parroquia de San Miguel (Tarlac) sufrió daños par– ciales durante la primera quincena del mes de enero (1945), cuando los aeroplanos durante varios días seguidos, arroja– ron muchas bombas en lo que había sido academia militar, en la estación y también en algunas bodegas y casas ocupa– das por los japoneses. El P. Benjamín y servidor, nos reti– ramos a un barrio de la parroquia llamado Luisita, pues nos preocupaba no poco la acusación del señor alemán y, por otra parte, la retirada de los japoneses ofrecía no poco peli– gro. El día rg de enero llegaron por fin los esperados soldados americanos y nosotros volvimos a la población. Durante nuestra ausencia, los ladrones habían robado bastantes co– sas del convento y de la iglesia. Pero todo lo principal se hallaba escondido o lo llevamos con nosotros. Otras parroquias. Contra todo lo que esperábamos, los japoneses no decla– raron a la ciudad de Manila ciudad abierta y los americanos se vieron obligados a bombardearla durante casi un mes 2. En Aguilar tuvieron la suerte de encontrarse con el P. Thomas O'Brien, capuchino americano y capellán del ejército. 347

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