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CAPITULO XXXI Vna junta muy importante. Corrían rumores persistentes sobre la proximidad de los americanos; el periódico japonés "Tribune" publicaba de vez en cuando noticias sobre los grandes encuentros de las escuadras en el Pacífico y, a través de su amañada infor– mación, se descubrían ciertos detalles favorables a los ame– ricanos. Por otra parte algunas radios secretas captaban la información de las emisoras americanas y publicaban des– pués hojas clandestinas, preparando al público para el gran acontecimiento que estaba ya en puertas. A fines de julio de 1944 fui a Manila como primer discreto de la Misión, cele– brando una junta muy importante con el M. R. P. Floren– cia, Superior y el M. R. P. Félix, Discreto. Habida cuenta de las circunstancias, cada vez más crí– ticas, tratamos de la distribución del personal o mejor, eva– cuación. Discutimos sobre la conveniencia de alquilar una casa en la Provincia de Cavite; también pensamos en nuestras pa– rroquias de Pangasinán y, después de una discusión franca y realista sobre los pros y los contras, al fin, de común acuer– do, determinamos sacar de Intramuros a los viejos y enfer- 328

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