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CAPITULO I Carolinas en r885. Era el 25 de agosto de 1885, cuando el telégrafo llevó a todo el mundo la noticia de que la cañonera alemana "Iltis", enarbolando la bandera de su nación, había fondeado en aguas de Yap, precisamente junto a los buques de guerra españoles "San Quintín" y "Manila", que allí habían llegado cuatro días antes. En efecto, los buques españoles habían llevado a Caro– linas al nuevo Gobernador civil y militar, soldados, y los efectos necesarios para instalarse en dicho lugar. Hacía tiem– po que Inglaterra y Alemania se habían quejado (1875) de que España tuviera abandonadas aquellas Islas, atrevién– dose hasta a negarle el derecho de poseerlas; y precisamen– te, cuando España iba a comenzar su obra de colonización y civilización, le salió al paso Alemania, para impedir su obra. ¿Cuál era la razón de este proceder? Bien sencilla. Alemania deseaba poseer a toda costa las Islas Carolinas, pues, aunque sus recursos naturales no eran muchos, pero era magnífica su posición geográfica en la lí– nea de América, especialmente entonces cuando ya se ha– blaba de la apertura del Canal de Panamá (1881). 18

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