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BIENVENIDO DE ARBEIZA Y el mismo Arzobispo Mons. Harty, siempre tan bueno y complaciente, estaba algo disgustado, pues había ofrecido las parroquias de Bigaá y Pililla y, al no recibir la respuesta inmediata del Superior encargándose de ellas, dejó escapar también algunas palabras, que no hicieron buena sangre a los atribulados frailes. En tales circunstancias, que el P. Superior creyó alar– mantes, reunió a la Comunidad en el refectorio y expuso clara y llanamente su apurada situación, proponiendo que se eligiera por voto secreto una comisión de cuatro Padres, quienes junto con el Superior deberían estudiar y resolver lo antes posible los problemas de la misión. Salieron elegidos los Padres Mariano de Olot, Ricardo de Torres, Román de Vera y Leoncio de Santibáñez. Reunidos en junta, volvió a insistir el P. Morentin sobre la necesidad de salir por el buen nombre de la misión no con palabras sino con hechos; y, al mismo tiempo indicó, que, al tomar parroquias, no de– bería tenerse en cuenta tanto el estado económico cuanto el estado espiritual de abandono en que se encontraban. En una palabra indicó que era preciso llevar a cabo una obra emi– nentemente misional. Se puso luego a la consideración de la junta el ofrecimien– to por el Arzobispo de Manila de las parroquias de Bigaá y Pililla y se acordó unánimemente aceptarlas. A] mismo tiempo se hizo en junta la distribución del personal para las nuevas parroquias y para las ya antes aceptadas de Ermita, Singalong y Sariaya. El resultado fue el siguiente: Para Bigaá, los Padres Blas de Guernica y Esteban de Eriete con el Hno. Fr. Alejo de Muru-Astrain. taban sumamente empeñados en abandonar dichas parroquias, ofrecién– dolas a los Capuchinos... además, téngase en cuenta que el P. Morentin no estando capacitado para tomarlas, había escrito al P. General y éste mandó que no se tomaran. 142

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