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CAPITULO XIII La novena de los frailes. En la casa central residían muchos Padres en lo mejor de la vida y deseosos de trabajar, pero, habiendo fracasado varios planes de fundación, veíanse forzados a vivir en In– tramuros esperando tiempos mejores 1 • En estas circunstancias y, por indicación del P. Superior, comenzó la comunidad una fervorosa novena al Patriarca San José, pidiendo una pronta solución a tan alarmante estado de cosas. Por otra parte el nuevo Sr. Delegado Apostólico había hablado en cierta ocasión con el P. Morentin, dejando es– capar algunas frases no muy favorables a los Capuchinos. Fue con ocasión de haber rehusado el Superior tornar a su cargo las parroquias de Surigao 2 • l. Téngase en cuenta, que, por entonces la casa era muy reducida, pudiendo vivir en ella con relativa comodidad de seis a ocho religiosos. Ahora bien, según las crónicas de la misión, los religiosos eran más de veinte. 2. Mons. Ambrosio Agius, Delegado Apostólico de Filipinas, era re– ligioso de la Orden de San Benito; y las parroquias de Surigao habían sido regentadas por religiosos de su Orden durante varios años; ahora bien, queriendo cambiar su programa de actividades en Fílipinas, es- 141

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