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KANSU 57 decimiento, que no sabe lo que hacer para demostrár– melo. Constantemente me trae algunos regalitos, que en sí no valen nada, pero que demuestran su profundo agra– decimiento, y sobre todo, y es lo que más vale, está apren– diendo nuestra doctrina para recibir el Bautismo". Fr. Conrado escribía: "Se presentan, cierto día, un fámulo con algunos oficiales y soldados, rogándome que fuera a curar a un oficial herido en un combate con los ladrones, atravesándole la bala de la parte atrás del cue– llo, por debajo de 1a lengua, haciendo destrozos y perfo– rando el maxilar inferior. El vientre, cuello, cara, lengua, todo tenía hinchado. Había que ver cómo me clavaban los ojos los circunstantes. Le examiné. Al parecer, su es– tado era muy extremo. Yo por lo menos creí que no podría salvarle. Empezaba la gangrena, y si Dios no me inspiraba algo y tenía acierto en la aplicación de las me– dicinas, ese hombre se moriría muy pronto ... Me encomendé a Dios Nuestro Señor y empecé las curas. A los 23 días estaba completamente curado. Me ha hecho ya varias visitas, y por fin me pide ser admitido en el catecumenado, pues él también quiere ser cristiano como yo ... ". El Hospital. Complemento de este trabajo de capta– ción por la medicina, fué un tiempo el Hospital Católico, instalado en Pingliang, bajo la dirección de un doctor chino. Como veíamos el éxito que en Tsinchow alcanzaba el Hospital que dirigía el doctor católico alemán, señor Drexler, llegado de Alemania con su señora para traba– jar en la Misión, pensamos en dotar a la Prefectura de tan considerable adelanto ... A ruegos del Rmo. P. Prefecto, el P. Lefebre, jesuíta, rector de la Universidad de la Aurora de Shanghai, faci– litó el contrato del joven doctor chino señor Lucas Mei, graduado en medicina por aquella Universidad. Habilitáronse rápidamente las dependencias necesa-

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