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KA N SU 51 La recluta de aspirantes se realiza, por el Misionero y Catequistas, durante la Primavera y Verano. La experiencia ha probado la gran eficacia de este método de apostolado, único posible en una región donde lo disperso de la población vuelve absolutamente ineficaz la instrucción de los paganos en sus aldeas y pueblos. Los Catecúmenos, una vez bautizados y vueltos a sus casas, son periódicamente visitados por el Misionero, quien ha de trabajar lo indecible, sobre todo al principio, por mantener íntegra su vida cristiana. Sólo quien haya pro– bado, podrá hacerse idea del amor tierno de madre que se siente por estos pobres hijitos balbucientes aún en la fe. Véase cómo un Misionero relata regocijado en una de sus cartas, la emocionante ceremonia del Bautismo de unos catecúmenos, en el patio helado de la Estación Misional: "Era la víspera de Navidad y los primeros catecú– menos habían aprendido el catecismo del Bautismo, y las primeras y principales oraciones. El Bautismo de los hom– bres fué algo que debió impresionar profundamente el alma de los neófitos. Veintitrés hombres de pie, escol– tados por sus padrinos, formaban en semicírculo en el centro del cual, en una silla sin respaldo, sentábase su Ilma. el Prefecto Apostólico, rodeado de asistentes y se– minaristas, uno de los cuales mantenía en alto una lám– para de petróleo que proyectaba contra las paredes del patio las sombras confusas de la concurrencia. -¿Renuncias al demonio? ... -¡Renuncio! ... -contestaban, con decisión, uno tras otro aquellos h6mbres, que hasta entonces le quemaban incienso y se postraban ante sus altares. Un maestro viejo, al llegarle su vez, lloraba a gran– des gritos; y un pequeño seminarista murmuraba a es– paldas de su Prefecto: "Cuidado que le cuesta a ése de– jar las malas compañías".

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