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su muerte, pudiera morir de manera distinta a como había vivido. Estoy segura de que su muerte se debió únicamente a su cond~ción de religioso, pues ni significación politica ni enemistades personales pudieron ser ·el motivo de su muerte, ya que gozaba personalmente de general estimación, no sólo entre nosotros los buenos cristianos, sino inclu.slve entre gente de distinta significación. S1n pretender dar un .carácter extraordinario a lo que voy a decir, estoy seg,ura de que la protección del vadre vela sobre mi y sobre los míos, sobre todo, porque creo deber a él haber hallado mi confesor actual, que me dirige como si el mismo padre Andrés fuese quien conducía mi alma. Siendo las circunstancias materiales de mi hogar críticas en el momento presente, reina en él una paz y una alegria espiritual tan grande, que yo no me la explico más que por la proteoción del padre Andrés ., «Para mi. desde el primer momento surgió la persuasión de que había sido un verdadero mártir el siervo de Dios, y con él los demás religiosos asesinados, y esta fama de martirio empezó a cundir a medida que fueron conocidos los sucesos, y brotó espontáneamente por la forma en que se desarrollaron. Dado el cariño que yo pro– fesé siempre al siervo de Dios, es natural que a él acuda en todas mis necesidades; y puedo dar testimonio de que he notado su asis– tencia de una manera sensible en muchas ocasiones. Y asi puedo referir como gracias a él, porque a él exclusivamente se lo encomendé, que no fuera preciso que me operaran en un pecho por un bulto que me salió, a pesar de que célebre doctor dijo que era casi de opera– ción que tendría que hacer en momento oportuno después de una cura provisional que él me hizo. El siervo de Dios escuchó mis ple– g~uias, y estoy muy bien sin haberme hecho nada más que aquella cura provisional de.sde el año 1937. Lo mismo aconteció con mima– dre, que tenía una otitis que padeció, y que según el doctor especia– lista, era un caso larguisimo, difícil y muy costoso. Sin embargo, mi madre y yo siempre habíamos puesto la confianza en el siervo de Dios. Y efectivamente, de regreso de la consulta del doctor, en el mismo portal me preguntó mi madre el resultado de la consulta; y cuando se lo contaba empezó a oír, y desde entonces cada vez mejor, sin :tue nada hubiera que hacerle, habiendo recobrado un estado per– fecto, y todo de manera súbita, pues no creo que durara más de cinco minutos su restablecimiento total. También se me ocurrió a mi una colocación en el Banco; y aunque tenia amigos a qutenes acudir, no quise. Yo estimaba que sin acudir a nadie conseguía esa plaza sólo pidiéndoselo a él: esto seria un milagro; y efectivamente, no quise pedir a nadie esta colocación; sí sólo intentaba conseguirla por el siervo de Dios. Y un buen dia recibo una llamada de un amigo 39

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