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Dicha estima ha continuado después de su muerte, pues, como escribe el padre Carrocera (Mártires Capuchinos): «En la misma cár– cel, cuando se supo su asesinato, pude persuadirme de lo conocido que era, de la estimación en que se le tenia, y la buena opinión que de él habían formado todos sus conocidos: sacerdotes, religiosos de otras Ordenes y seglares; estj.mación que en muchos rayaba en ve– neración... Son no solamente numerosos sino incontables los testi– monios que después de la g;uerra hemos recibido y que confirman la opinión de sabio y de santo... Nos han pedido reliquias suyas, alguna cosa que él hub1era usado, algún retrato. Y se han interesado gran– demente por saber noticias 'concretas y 'Circunstanciales de su muerte, llevados algunos del deseo de ir a orar ante su sepulcro, si acaso hubiera sido conocido el lugar donde descansan sus restos. Son mu– chas las personas que se encomiendan a él, le atribuyen gracias y desean ardientemente que sea elevado a la dignidad de los altares.:. «Desde el primer momento nosotros le tuvimos como un verda– dero mártir; y toda la gente coincidía ocon esta opinión en cuanto fueron conociendo el suceso, sin que se hubiera hecho nada arttficioso en este sentido. En nosotros la persuasión del martirio es tan honda, que conservamos como reliquia la servilleta usada; la dejó desdo– blada sobre la mesa, y aunque una de mis hijas la cogió, la dobló, hizo un lazo con ella, y así la conservamos con las huellas de la comida que él en ella había dejado.» «En nuestra casa de Palazuelo de Torio se le venera como a un santo, y su recuerdo nos llena de santa emoción, pensando en la bondad con que nos trató a todos, familiares y :paisanos; recordando la unción sacerdotal con que predicaba sus sermones. Podemos decir que era un niño por su sencillez, por su afabilidad y por su espon– tánea simpatía. Todas las personas que le han tratado ponderan su bondad, su don de gentes y su trato acogedor. Y los que más le que– ríamos y le admirábamos en vida, hoy nos encomendamos a él con– vencidos de que es un ángel más que está en el cielo para dar gloria a Dios y para ser nuestro mediador en las súplicas elevadas a la Di– vinidad.» «En cuanto a la fama de martirio, para mi surgió desde el primer momento, y se hizo voz pública, desde que fueron conocidos los ex– tremos de su vida y muerte por la g.ente en general, sin que se haya hecho nada artificioso para promoverla. Cosas extraordinarias no conozco, pero mi familia siente gran devoción al siervo de Dios y atribuye a él gracias y favores en asuntos particulares. <<Me consta por cuantos conocieron al padre y por mi mtsma, que su fama de mártir es común entre todos nosotros. No nos cabe .en la cabeza que dada su virtud y la casi certeza con que presentía :38

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