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mis hermanitos), y ya mi amado padre me hablaba de Dios, de la Santísima Virgen. Me decia «que no puede condenarse el verdadero devoto de María». Nos <:uenta ejemplos referentes a la SantísL.-na Virgen. Nos hace leer «Sus Glorias»; en fin, inculca en nuestras al– mas el más acendrado amor a nuestra Madrecita. »vamos siendo ya mayorcitos... Llega el sábado... e Venid, hijos míos, nos dice. Venid a la sala, a los pies de la Virgen de Lourdes, a hacer el examen para la Confesión» ; como lo podria hacer un reltgioso, nos infunde horror muy grande al pecado... cMirad, que– ridos mios; con el pecado mortal, en cuanto está de nuestra parte, crucificamos de nuevo a Jesucristo; con el venial, azotamos, escupi– mos al pobre Jesús.» »Lleg.a la hora de acostarnos; allí e.stá papá: «Vamos, hijito; tres avemarías a la Santísima Virgen... ¡Jesús, José y Maria! ... Angel de mi guarda.» »Vamos a recibir el Pan de los Angeles... Al entrar en la iglesia: «¡Oh, Jesús mío Sacramentado!; yo os adoro con el respeto que me inspira la presencia de vuestra sagrada grandeza, etc.»... «Emilín -me dice-, ahi, en esa especta de cajón, en el Sagrario, está Jesús vivo... » ¡Qué impresión me causaban estas palabras! »A este mismo tenor era papá en todo lo concerniente a nuestra sacrosanta religión. Supo 'formar nuestros cor~ones para Dios. ¡Bendito ·sea El, que tal padre me dió! ... »Ahora, como no lo puedo hacer en su frente honrada, en su fo– tografía, que llevó en el pecho, imprimo el más cariñ.oso ósculo. »Por todo lo dicho y mucho más que podría decir, lleno de agra– decimiento hacia ti, padre amado, en este feliz dia de tu fiesta. suplicaré a Nuestro Señor y a su Santísima Madre derramen a rau– dales sus celestiales carismas sobre mi padre del alma.» II Vocación apostólica y proselitista.- El Avemaría en chino.-Una balsa y un cilicio.-NOvicio en Loyola.– Desde Loyola a Aranjuez.-Los designios de Dios ines- crutables. No se sentía plenamente satisfecho el joven Emilio practicando sólo él las virtudes, ya que en su pecho ardia el fuego de un autén– tico apóstol. Por eso ejerció entonces el apostolado en aquel radio de acción que le permitían las circunstancias; pero aspirando para 364

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