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bamos los dos juntos, tirando el uno del p.i.co azadón y el otro de la pala en los escombros del cuartel.» «De ellos (de los Capuchinos), dice también el excelentísimo señor vizconde de Campo Grande, quedó solamente el hermano Bernardo Cembrano Nistal. Con este hermano me tocó ir a descombrar en el euartel de Zapadores.» <<Me consta que Bernardo, aunque no puedo recordar el día, fué presentado a un tribunal, si tribunal se podían llamar aquellas checas, compuestas muchas veces de verdaderos analfabetos, en donde no hacían verdaderos cargos, sino acusaciones a su capricho. Cuando estuvo en el tribunal le preguntaron : «¿Qué armas tienen los Ca– puchinos?» Y él respondió, sacando el santo 'rosario: «Esta es el arina de los Capuchinos.» (Padre Luis Ezcati.) «Un día, por la tarde, después del trabajo, le llamaron los mili– cianos para afeitarle. Yo le dije ·entonces: «No se preocupe usted, porque ahora le pondrán de cocinero y verá qué bien lo vamos a pasar.» El me contestó: «Pronto me afeitr;trán por aquí», señalando el cuello en actitud de cortársele. Al parecer, tuvo el presentimiento de que le iban a matar. Las referidas palabras las pronunció muy tranquilamente y sin inmutarse lo más mínimo.» «Bernardo era un infeliz; casi no hablaba, de nada protestaba ni hablaba contra los perseguidor-es. Estaba muy resignado, y no mostraba temor de ninguna clase.» (Alfonso Trelle:s Anciola.) «Bernardo era de carácter reservado, poco comunicativo, senci– llo y muy piadoso; casi todo el día se le pasaba rezando. Noté en él gran paz, carencia de miedo o afectado por temores; estaba muy tranquilo; jamás le oí pronunciar palabra contra los perseguidores.» (Padre Luis Ezcati.) «El concepto que me mereció el hermano fray Bernardo fué de que era un santo. Se le veía muy paciente, resignado, sereno y tran– quilo, pasando la mayor parte del tiempo rezando. Cuando nos man– daban a trabajar en sitios de peligro, se adelantaba él a los otros detenidos.» VI A la Cárcel Provincial del Coto.-Salió para diligencias. Mártir como sus hermanos de hábito.- Su nombre, en las lápidas.-El proceso de beatificación, en Roma Los presos, que por el dia descombraban y por la noche eran llevados a la Residencia-prisión de los padres Jesuitas, también de allí fueron sacados y conducidos a la Cárcel Provincial del Coto, en 347

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