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El padre Andrés presentía el martirio; lo decía con. frecuencia~ pero lo hacía sereno, con gran tranquilidad y sin 'temor de ninguna. clase. No recuerdo haberle visto nunca deprimido, aun cuando estyo segura de que presentía su martirio, pues más de una vez dijo, sobre todo a mi hermana: «Caeremos muchos; yo el primero. y al repli– carle mi hermana: «Padre, ¿caeremos tantos?» El insistió: «No. vosotras no; sufriréis mucho, pero no caeréis; yo sí caeré.» A este propósito escñbió el padre Carrocera en su obra Mártires Capuchinos, etc.: «En los últimos meses, y mucho más en los últi– mos qUince dfas, cuando se le preguntaba sobre su modo de pensar en vista del cariz que tomaban las cosas, a más: de una persona contestó estas palabras: «Las cosas ciertamente van mal, algo ho– rrible tiene que pasar aquí; vosotros lo veréis, pero yo ... no; a mí me tiene Dios reservada otra suerte.» Y a una de gran confianza le añadió: «Acuérdate de lo que que te digo: Esto se arma dentro de nada, y el día que 1 se arme, el primero que caerá de éstos, decía refiriéndose a los religiosos, seré yo.'li Y a raiz de la muerte de Calvo Sotelo también le dijo: c¿Has visto lo que han hecho con Calvo Sotelo? Pues eso mismo harán con muchos, y yo seré uno de ellos.» «Y cuantos con él convivíamos, más de una vez le oimos decir. hablando en los recreos sobre el trabajo abrumador que tenía en ei confesonario, estas expresiones que en él se hicieron frecuentes en la última tmporada: «No os preocupéis: ya verán, cuando yo falte, lo ·que es bueno... ; .pronto les dejaré todo ese trabajo y tendrán que atender a todos mis confesados.» VTII Del 18 al 21 de julio del 36.-El siervo de Dios, tuera del convento.- El convento de Jesús, asaltado.-A la pen– sión Sacerdotal de la calle Larra.-A la pensión de San Antonio de la calle de León. El 18 de julio estalló el Movimiento salvador de España conjun– tamente ·en Africa y en !Pamplona, bajo la dirección de los genera– les Franco y Mola, respectivamente. Pero en Madrid fracasó el in– tento, quedando muy pronto la capital en manos de los milicianos. El dia 19, según queda referido en pág:inas anteriores, fueron arro– jadas de la iglesia de Jesús las personas que en ella cumplían el precepto domtnical. Fracasado el Movimiento y visto el peligrosí– simo cariz que tomaban los acontecimientos, ordenaron los superio- 30

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