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Dios padre Gregorio de La Mata, a quien, según ya queda consig– nado, proporcionó la famllia documentación conveniente y le buscó una pens~ón recomendable, por no poder tenerle en casa. Cierto día, uno de los dependientes de la tienda, afiliado a los de la c. N. T., y ferViente entusiasta de la misma, al salir de casa ~1 padre Carlos para hacer una visita, le reconoció; y al preguntar a la señorita quien era; vespondió ella que no lo sabia. Pero el dependiente la dijo: «Estad con cuidado, porque es fraile.» Esta cir– cunstancta, unida a las tres denuncias y otros tantos registros que ya había soportado la familia, hizo temer, con razón, a todos por la vida del padre Carlos. Asi pues, de común acuerdo, resolvieron que se trasladara a El Escorial, en donde disfrutaría de mayor libertad y correría menos peligro que en Madrid, teniendo allí cubiertas todas sus necesidades y estando además acompañado de un joven sobrino de la familia. Cerca del Real Sitio tenia en el campo la familia una casa bien provista, sita en la carretera de Robledo de Chavela, para las ocasio– nes en que alli iba a pasar algunos días de descanso y recreación. En dicho lugar había unas piscinas de la misma familia, al cuidado de las cuales estaba un matrimonio, que vió con disgusto la llegada -de los dos huéspedes, y trataba de vtgilarlos, sorprendiéndoles alguna vez rezando el Santo Rosario; por cuyo motivo, aunque al sobrino ya le conocían, empezaron a sospechar si el que le acompañaba era fraile, a pesar de haberse presentado con un contrato de radiotecnia para instalar un aparato de radio en las piscinas. Efectivamente, con el fin de disimular mejor su condtci.ón , entre él y la señorita Maria fingieron un contrato que gustosamente, como grato recuerdo, copiamos del mismo original, firmado por los dos auténticamente. Es como sigue: «En Madrid, a veintisiete de junio de mil novecie.ntos treinta y seis. Reunidos: de una parte, doña Maria Orcasitas de la Peña, y de otra don Pablo Mermas Fernández, mayores de edad y de esta vecindad, acuerdan y convienen: PRI– MERO: Doña María Orcasitas, como concesionaria de la explotación de unas piscinas y otros deportes en San Lorenzo de El Escorial, en– .carga al radioelectricista señor Mertllas la i.nstalactón de un aparato radiorreceptor en dicha zona deportiva. SEGUNDO: Dicho apara to radiorreceptor irá provisto de tres altavoces y de un dispositivo co– lector o pick-up, suficiente para ser oído con g.ran potencia en el local. TERJCERO: El precio de este aparato será el de tres m11 pe– setas, siendo de cuenta del señor Merinas tanto el material como -el personal que pueda utilizar en la referida instalación. CUARTO: El trabajo ha de estar empezado el próximo día dos de julio para ·ser acabado el diez del mismo mes de julio. La señorita de orcasi- 225 15

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