BCCAP000000000000138ELEC

pero manifestó que antes quería asearse algún tanto, por lo que le prepararon el cuarto adecuado. Después de comer dijo que deseaba descansar. Y, efectivamente, el pobre señor entró en el oratorto y allí se tendió en el suelo, sin dar señales de vida ni aún avanzada la noche. Por lo que la señorita, sobresaltada por si le habia ocu– rrido algo, llamó a la puerta del oratorio y logró que respondiera, pero todavía como en sueños, pues él no se daba cuenta ni dónde estaba, n~ desde cuándo había venido; mas hablándole Y. razonando la señorita le hizo volver en si, pasándole al comedor para cenar. Cuando el siervo de Dios llegó a la casa acogedora refirió a sus bienhechores el asalto al convento de El Pardo, la odisea dolorosa y Ja libertad de todos, concedida 'E!se mismo dia. Después no volvió a tocar más semejalllte tema ante la familia. «El comportamiento del pacte Alejandro fué siempre ejemplar sobre toda ponderación. No eran tiempos aquellos en que la familia _pudiera hacer milagros económicos; pero era tan bueno, que jamás vimos reparos de ningún géner{)... Nunca le notamos encogido, pero tampoco hacia alardes de una fortaleza desconsiderada. Hacia una vida completamente normal en casa, pasando gran parte del tiempo con sus rezos en el oratorio de la casa, aun cuando' lo teníamos todo recogido. Y otra parte del tiempo lo dedicaba al estudio, entretenido en la biblioteca de mis he·rmanos... No se excedía en nada para .satisfacer las necesidades corporales, sino que era moderado en el comer, en el beber, en el dormir y en las expansiones. Aunque yo madrugaba, siempre le encontraba ya a él levantado ... Con frecuen– cia se le oía hablar de la Santísima Virgen y se lamentaba de no poder celebrar misa, pues la habia dicho al dia sig.uiente de su lle– gada y no lo debimos hacer con la debida reserva, :po·rque al otro dia subió el portero al piso y nos dijo que entre los vecinos se co– mentaba que se habia celebrado misa en nuestro oratorio; y luego añadió: «Y tenga en cuenta que el que avisa no es traidor.» Por todo lo cual, aun cuando él manifestó deseos de celebrar,. ya todos pusimos ser!os reparos y no volvió a celebrar.» ( Juanita Guillén Es– '6rada.) A la misma casa caritativa se acogieron también dos religiosas Carmelitas de clausura, una de las cuales, de na-cionalidad portugue– sa, y cuando escribimos estas lineas aún vive, y se llama sor Teresa del Nmo Jesús, nos ha dado por escrito, y antes verbalmente, una referencia muy interesante sobre el siervo de Dios, la cual gustosa– mente ofrecemos a quienes leyeren. «Ell padre nos contó todo lo que había padecido cuando los mi– licianos entraron en el convento, aunque ya no me acuerdo de mu– chos detalles. Nos dijo que estaban en el refectorio cuando sintieron 212

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz