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:amabilidad con que les trataba, la ecuanimidad con que procedía, de tal suerte que nadie podía apreciar diferencia de trato o de con– sideración. Recuerdo perenne han dejado en los educandos las plá– ticas que les dirigía para ilustrarlos sobre el espíritu de la Orden Capuchina y el grado de sacrificio que le es propio, para que se die– ran cuenta de las obll.¡gac~ones que iban a contraer caso de perseve– Tar en la misma. En orden a la EucariStía aprovechaba cualquier ocasión para in– culcar su devoción, e incluso -en las clases entrevelaba las explica– ciones eon aplicaciones oportunas para excitar en ellos el amor al Santísimo Sacramento. cComo Superior se esmeró por el pogreso moral e intelectual del Seminario Seráfico y fué un verdadero padre para los relig!osos de la comunidad, animándolos con su ejemplo al perfecto cumplimien– to de los deberes contraídos al abrazar el estado religioso. Habién– dole tocado desempeñar el cargo de Superior en dias difíciles y acia– gos, se le veía muy preocupado por la suerte que correrían sus súb– ditos y los niños del Colegio.» (P{Ldre Calixto de Escalante.) Seg.ún el criterio de no pocos, desempefíó su oficio de Superior perfectamente, sin tener ineidentes internos ni externos, fuera de la persecución, durante su mandato, dando ejemplo en todos sus actos, lo mismo de comunidad que de libre elección. No era hombre que claudicara fácilmente, pero se acomodaba dentro del verdadero -espíritu de la ley a las necesidades y disposición de los gobernados. Afrontaba las adversidades con serenidad, como vemdas de la mano paternal de Dios. El siervo de Dios era muy buen religioso. Así se expresa otro que fué súbdito suyo. Y añade: «Dotado de gran caridad para con los otros reltgiosos, sumamente cefiido al deber, observante de las leyes de la Orden. Como Superior fué prudente y muy delicado en la corrección de los subordinados., (Fray Agustín de Muez.) «La discreción no le abandonó jamás. Por lo mismo, sabía corre– gir las faltas s~n disimular cómodamente las transgiestones; pero lo bacía con tal delicadeza y tacto, uniendo discretamente dos cuali– dades de suyo tan difíciles, cuales son la firmeza y la caridad, que en ninguno suscitaba quejas o resentimientos, pudiendo asegurar que, así como fué modelo perfecto como profesor, lo fué igualmente como guardián del convento de El Pardo, siendo más digno de ala– banza por su juventud y por ser la primera vez que desempeñaba el cargo de Superior, y esto con tanta mayor razón euanto que para él era Tigido, austero y penitente. »Siempre se mostró el padre Alejandro confiado en la divina 'Providencia, y más especialmente siendo Superior en momentos tan '208

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