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de ese fervor-pasión a la Eucaristía tradujo el libro El alma eucarís– tica. «En los ejercicios espirituales, •primeros después de su ordena– ·ción sacerdotal, escribía: <<Quiero que mi alma se consuma de amor a J.esús Sacramentado y ser víctima de expiación en untón con El, por los pecados del mundo.» Y esto otro: «Amaré a la santísima Virgen con la ternura de un hijo para con su madre.» <<Nunca podré olvidar su recogimiento ante el Sag.rario en aquella nuestra iglesia solitaria, ·en los largos ratos de oración que él hacía todas las noches, una vez terminadas las oraciones de la Comunidad. Se le veía abstraído, del todo entregado a profundas reflexiones, abismado en devota oractón. Con la cabeza inclinada, las manos eruzadas al pecho y los ojos semicerrados, y a las veces levantados en actitud suplicante, era para nosotos los estudiantes de filosofía, una reproducción exacta de nuestras mejores estampas de santidad de vida. Todos, al verle así, decíamos edificados: «De seguro que el padre Miguel está pidiendo por nosotros, por nuestra Provincia, por la Orden, por nuestras misiones... ; y Dios tiene que oirle sin duda -alguna.>> (Padre Cornelio de San Felices.) VII Irrt;tdiaciones hCL¡Cia atuera. Las virtudes del siervo de Dios tuvieron espléndidas manifesta:Cio– nes, no sólo en el convento, sino también fuera del sagrado recinto; pues aunque Montehano está completamente aislado y metido en el ma:, su vida devota se irradió al .exterior, especialmente cuando tuvo que vivir fuera de la casa de Dios. «Encargado de la parroquia de Cícero, he tenido ocasión de .tratar a los vecinos de la misma, entre quienes estuvo algún tiempo el padre Miguelt después que fueron expulsados los religiosos del convento. Una admiración, que lle.g.a a veneración, es lo que sienten hacia él, sobre todo aquellos que más de cerca le trataron.>> (Padre Balbino de Villademor.) «El padre Mig.uel era, en mi concepto, un verdadero santo, y pro– curaba comunicar su santidad a los demás con el ejemplo y con la palabra. Con suavidad y persuasión procuraba llevar las almas a Dios, mediante el apostolado del confesonario. Para excitar el amor a la Eucaristía, aconsejaba la comunión, si era posible, diaria, y por la tarde la visita al Santistroo Sacramento, señ.alando primero un euarto de hora, luego media hora, y gradualmente iba prescribiendo la hora completa ante el Santísimo. Mis deudos y otras personas le 186

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