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estudios, le permitió vestir el há:blto e iniciar el año de noviciado, acto que realizó en el convento de Montehano el 28 de julio de 1914; en dicha ceremonia dejó el nombre de Aproniano y tomó el de fray Miguel de Graja!.» (Padre Alberto de Azpeítia.- Acta de toma de hábito.) La precaria qalud del joven novicio fué advertida por la Comu– nidad, y aunque en la última votación obtuvo todos los votos favo– rables a la profesión, en la primera le faltaron tres y dos en la se– gunda. El mismo Provincial que le permttió vestir el hábito, tomó la resolución de despacharle definitivamente, «pues siendo novicio el padre Miguel y estando muy delicado de salud, en tal forma que la Comunidad creía conveniente despedirle», él triste y lloroso, se arro– dilló ante el Superior, y le suplicó que le permit~era morir con el santo hábito y que no le enviara a su casa; viendo lo cual, le autorizó el padre Prov.i.ncial para que ·continuara el noviciado, y luego también le admitió a la profesión, el día 29 de julio de 1915. (Acta de profe– sión.) Fray Mtguel es ya profeso y debe reanudar los estudios suspendi– dos durante el año de probación; para eso es enviado a los Semi– narios mayores de Bilbao y León, en donde cursa la filosofía y cien– cias y la Sagrada Teología y auxiliares de la misma. En e.se tiempo siguió el joven profeso, siempre en esca.la ascendente, la práctica de las virtudes y la adquisición de la c~encia necesaria para ascender al sacerdocio. <<En los ciclos de filosofía y teología le observé que llevaba la misma regularidad que había visto en él durante su estancia en el Seminario Seráfico. creo que tenía conciencia de la transcendencia del colegial; noté que muchas materias no le agradaban, y las estu– diaba lo m~mo que las otras; lo que me llevó al convencimiento de que no obraba por gusto sino por deber. En cuanto a la disciplina religiosa, .era observador exacto de la v.i.da común. La asistencia al coro durante este ciclo fué también ininterrumpida, fuera de los casos de enfermedad. Del ejercicio de la mortificación en los ves– tidos, alimentos y penitencias de regla no vi que nunca se dispensase. Le considero modelo durante este tiempo, de obediencia y caridad. »Sus devociones preferidas, ya en el Seminario Seráfico, se au– mentaron en los Colegios mayores, añadiendo además la devoción al Santo Crucifijo, pero predominó la devoción a la Eucaristía. Re– cuerdo perfectamente que, en tr.es o cuatro años, pasó la noche del Jueves Santo ínteg.ra ante el Monumento. Su formación franciscana fué completa; lo demostraba con palabras y con obras, pues leia con preferencia los mtsticos franc.iscano.s, ·especialmente a San Buenaventura.» (Padre Bernardino de La Gimnja.) 181

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