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dad con las circunstancias y sufrimientos de los detenidos en ·el barco-cárcel, y lamentábamos de que se hubiera perdido, o llevado en sus vestidos al cementerio, o que se lo hubieran quitado del ca– dáver, porque todos juzgábamos que, dada la capacidad del padre Ambrosio y las circunstancias en que era compuesto, habria de te– ner una p.iedad y una importancia grande, especialmente para los que con él habíamos soportado las penas de la cárceL:t (Presbítero Angel F.ernández Liaño.) «Desde que llegó al barco-prisión se manifestó como sacerdote y religioso Capuchino, a pesar de figurar en el registro del barco con el nombre de pila, Alejo IPan. Siempre se mostró animoso y op– timista con los compañeros, procurando levantarles el ánimo. Desde el primer momento se dedicó a rezar el rosario con su grupo y expli– carles el santo Evangelio; les leía la misa los domingos y atendía a las preguntas o consultas que le hacian, como cosa propia del apos– tolado. Alrededor de él se agruparon de los más selectos por su posi– ción social. Algunos de su grupo manifestaron que acaso el padre Ambrosio se distinguía demasiado en su actuación sacerdotal, pu– diendo con ello hacer que los milicianos los viesen y tomasen repre– salias contra los que hacían manifestaciones religiosas de rezar el rosario, predicar y cosas de éstas. Por ese miedo alguno se marchó de su parroquia o grupo al de otros sacerdotes, no porque éstos no hacían estas cosas, sino porque lo hacían más ocultamente, para adaptarse mejor a la manera de ser y cultura de los grupos respec– tivos, más inferiores que el del padre Ambrosio, donde figuraban el alcalde y algunos abogados. He de manifestar que el grupo del padre Ambrosio no fué buscado por él, sino que fueron los mismos presos los que se iban agrupando junto a cada sacerdote. La formación religiosa de los presos no era en todos la misma, y en algunos dejaba incluso bastante que desear, por lo que la labor sacerdotal no era tan fácil. Yo mismo le vi confesar a otros presos. Nunca se le veia de mal humor, sino al contrario, siempre bien.» (Presbítero Gaspar Muñoz.) VI Pájaros de la muerte.-Fatídicos presagios.-Rugidos de fieras. Rápida y tranquilamente, aunque no sin pesadillas graves, se deslizaban los días navideños, cargados, desde luego, de tristeza e incertidumbre para los mejores españoles, cuando he aquí que avio- 168

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