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ción del niño de nuev.e meses Jaime Olmedo Suárez, atribuida al padre Fernando de Santiago. Des~~ las ocho de la tarde del do~n­ go 13 de marzo de 1955 entró el nmo en colapso; pero, por descUldo de sus padres, que desconocían la gravedad, no fué avisado el mé– dico el doctor don Javier Teijeira Brunet, hasta las onc-e de la no– che,' en que ya había muy poco que hac-er pall'a salvar la vida d·el niño. Tan pronto llegó el médico se le aplicó coramtna, sympatón, suero fisiológico y glucosado, penicilina, oxígeno ... y el colapso con– tinuaba. El médico no se separó en ningún momento del enfermo, pero éste no reaccionaba. Sobre las tres de la mañana se le aplicó plasma como último recurso, y empezó a recobrar el color, quedando ya fuera de peligro a las ocho de la mañana. El colapso fué produ– cido, enbre otras cosas, a septicemia, infección meníngea y pleural, deshidratación, etc. Desde las once de la noche, en que el niño estaba todo amoratado y desencajado, como muerto, fué en-comen– dada su curación al padre Fernando de Santiago, y a las ocho de la mañana se le tocó con un papel manuscrito del padre Fernando. Desde -el martes 15 de marzo de 1955 se encuentra en franca mejo– ría. No tiene fiebre, pero aún se le sigue el tratamiento para la afección menín: g.ea y pleural. Jaime Olmedo Limeses.-E1 niño Jaime esta petrfectamente bien y stgue su -completo desarrollo normal en la fecha en que escribimos estas notas biográ:ficas (29 de septiem– bre de 1959).» <<Por el periódico El Pueblo Gallego, que le envío por este correo, se enterará V. R. de la odisea que ha sufrido mi hijo Rafael el 9 de los corrientes (enero de 1958), volando por afición en una avioneta del Aéreo Club de Vigo, y durante el cual él y su compañero, don Juan Carlos Ferreiro, se vieron en inminente peligro, porque al querer aterrizar fueron envueltos en una densísima nube que les prtvó de aterrizar en parte alguna, y estuvieron una hora y veinte minutos desorientados y perdidos, sin otra solución que estrellarse contra una montaña o caer en el mar. En esta desesperada situa– ción, agravada además por la falta de carburante, próximo a ago– társeles, daban por seguro que no saldrían con vida de esta aventura, y entonces se encomendaron al padre Fernando, suplicándole que les librara de una muerte segura, súplica que fué oída y atendida, porque en medio de esta desolación, y cuando les quedaba g.asolina sólo para quin,ce minutos, hallaron un pequeño claro por donde se lanzaron ·en picado, y fueron a aterrizar a un reducido prado sin que sufrieran el menor rasguño, viéndose sanos y salvos. Al encon– trarse en tierra, .se dieron cuenta de hallarse en la ladera de un monte que tiene de altura 1.470 metros y al borde de un precipicio de·300 metros. Todo lo cual les confirmó el milagro realizado por el 103

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